Johannesburgo, SUDÁFRICA (Agencia Fides, 07/06/2019) – “El conflicto entre los migrantes, los
solicitantes de asilo y los sudafricanos está instigado por la
frustración y la decepción con sus líderes políticos”, dice monseñor
Buti Tlhagale, Arzobispo de Johannesburgo y responsable de la Oficina
para Migrantes y Refugiados de la Conferencia de Obispos Católicos del
África Meridional (SACBC), en su informe titulado “Rompiendo el muro de
separación: reconciliación entre migrantes, refugiados y sudafricanos.
Perspectiva Bíblica”.
“Los ciudadanos sudafricanos sufren la falta de tierra, vivienda,
trabajo y educación para sus hijos. La pobreza extrema se ha convertido
en una barrera para el progreso humano”, dijo monseñor Tlhagale. “Y así,
los migrantes se convierten en el chivo expiatorio de las deficiencias
del estado. El conflicto entre los migrantes y los sudafricanos es un
caso típico de personas pobres que luchan contra otros pobres en lugar
de crear vínculos de comunión y solidaridad entre ellos con el objetivo
de superar juntos las dificultades comunes”, dice el arzobispo.
Los obispos sudafricanos han denunciado repetidamente la discriminación y
la violencia contra los migrantes y solicitantes de asilo en Sudáfrica,
destacando que la xenofobia es un veneno que mata a la sociedad.
Una vergüenza para el país que se jacta de haber derrotado el apartheid
gracias a la solidaridad de los otros estados y pueblos africanos que
han ofrecido asilo a los líderes del movimiento de liberación de
Sudáfrica, muchos de los cuales están ahora en el poder. Como recuerda
el arzobispo Tlhagale, “los sudafricanos tienen poca memoria. Los que
hoy ocupan cargos de liderazgo han estado en el exilio y disfrutaron de
la hospitalidad de otros. Solían condenar los abusos del apartheid, pero
ahora hay un silencio ensordecedor sobre la xenofobia en su propio
país.
“Hubo un tiempo en que los sudafricanos aclamaron a varios líderes
africanos: Nkrumah, Lumumba, Haile-Selassie, Kaunda, Nyerere, Machel,
Nujoma, Kenyatta, incluso Gaddafi. Hoy, este sentimiento casi ha
desaparecido y la gente de los países de estos líderes no tiene el
respeto que merecen. Los sudafricanos simplemente han olvidado que
alguna vez disfrutaron de la hospitalidad en otros países”.
“¿De qué sirve tener una de las mejores Constituciones del mundo y no
poder manejar este conflicto inminente y horrible entre los migrantes y
los sudafricanos? Debemos detenerlo antes de que cause un daño
incalculable a la reputación del país”, concluye monseñor Tlhagale.