Kara, TOGO (Agencia Fides, 04/06/2019) - “Una de las grandes orientaciones existenciales
de nuestro mundo actual es querer “anestesiarlo” todo. Muchos cristianos
en África sueñan con una vida pacífica, sin sufrimiento ni sacrificios.
En la práctica, soñamos con un cristianismo insensible al dolor”,
explica el padre Donald Zagore, teólogo de la Sociedad de Misiones
Africanas de Costa de Marfil. “Soñamos con una vida humana sin
aflicción, dolor y sufrimiento. Este enfoque existencial, purificado de
todas las ansiedades y penitencias, también toma forma en la realidad de
la experiencia religiosa. Y así, -continúa Zagore-, vivir un
cristianismo anestesiado lleva al individuo a convertirse en prisionero
de una realidad ilusoria. Es un verdadero espejismo espiritual. Lo que
la Iglesia africana tiene que mostrar es que no hay un verdadero
cristianismo sin la fuerza y el poder de la cruz, el camino a la
redención”.
El misionero prosigue: “Toda la actividad misionera de Cristo, como
destacan los Evangelios, de la que fluye la actividad misionera de la
Iglesia, abarca la cruz en su corazón. En el sufrimiento, en el dolor,
en las lágrimas, en las decepciones, en los malentendidos, en las
contradicciones, se manifiesta el poder del Evangelio de Cristo. Esta es
la realidad existencial de la fe y la actividad misionera a la que no
pueden escapar todos los cristianos, misioneros desde el bautismo. Como
no hay actividad misionera sin cruz, no hay misión cristiana sin cruz”.
Concluye el padre Zagore: “El cristianismo anestesiado que se vende en
las calles, en África y en partes del mundo y atrae a las masas, no
proviene de Jesucristo, sino de una empresa puramente humana, construida
en una dinámica esencialmente económica que quiere ser un “producto de
mercado” para satisfacer la demanda del consumidor. Por esta razón, el
cristianismo anestesiado no puede conducir de ninguna manera a una fe
auténtica y profética y a una actividad misionera”.