Katmandú, NEPAL (Agencia Fides, 21/02/2019) - Los jesuitas en Nepal ayudan a los refugiados
a construir su futuro a través de la educación y el desarrollo social.
“He contado con una buena educación que me ha ayudado a tener al alcance
de mi mano muchas oportundiades”, explica a Fides Indra Acharya, una ex
estudiante, que pudo estudiar gracias al Jesuit Refugee Services (JRS).
Es hija de los refugiados butaneses y creció en un campo de refugiados
en Nepal, rodeada por alambradas. El JRS Nepal dirige varios programas
de educación, formación docente, asesoramiento y orientación para
jóvenes y personas discapacitadas, centros infantiles y cursos de
formación profesional que benefician a más de 50.000 refugiados.
A comienzos de la década de 1990, los padres de Acharya se encontraban
entre las aproximadamente 100.000 personas nepalíes que fueron
expulsadas del sur de Bután como parte de la política del gobierno, “una
nación, un pueblo”. Después de perder sus tierras, sus padres huyeron a
un campo de refugiados en Nepal donde pasaron unos veinte años de su
vida y tuvieron a Acharya.
Acharya y su familia han vivido en condiciones difíciles como
refugiados. “Había escasez de alimentos y el camp estaba abarrotado”,
explica Acharya. Su padre murió mientras se encontraba en el campamento
de refugiados debido a la falta de atención médica. Para Acharya su
salvación fue estudiar en una escuela dirigida por el JRS. En 2012 se
trasladó con su madre a Estados Unidos. Continuó sus estudios y obtuvo
una beca en la Universidad de Georgetown en 2014. Años después, Acharya
recuerda muy bien las lecciones de vida que los jesuitas le enseñaron en
la escuela del JRS en Nepal: “No fue solo la transmisión de
conocimientos, fue una atención especial y una dedicación única a cada
uno de nosotros”. “Este servicio a la persona es una obra evangélica, en
la que trasluce la fe cristiana”, explican desde el JRS.
Hoy, el gobierno de los Estados Unidos ha reducido drásticamente el
programa de reasentamiento de refugiados. Aproximadamente 54.000
refugiados fueron admitidos en los Estados Unidos en 2017 y casi 85.000
en 2016. En 2019, el límite de admisión de refugiados se redujo a
30.000. Ante esta circunstancia, la joven reitera que hay una premisa
fundamental: “es necesario cambiar los corazones de las personas para
cambiar la política”.