Fez, MARRUECOS (Agencia Fides, 21/02/2019) - La cárcel puede no ser un infierno o un lugar de
desesperación, sino un espacio donde Dios se encuentra con el hombre,
herido y sufriendo. Y puede incluso convertirse en un lugar donde dar
testimonio de la propia fe. El misionero padre Matteo Revelli, sacerdote
de la Sociedad para las Misiones Africanas (SMA) y párroco de San
Francisco de Asís en Fez, está convencido de ello, refiriéndose a su
reciente experiencia. "Fui a visitar a los prisioneros detenidos en la
prisión de Fez. Tres de ellos, que serán liberados dentro de unos días,
me han dado un paquete bastante pesado, con tres Biblias arrugadas
dentro", dice el párroco.
"Uno de ellos me dio una Biblia grande y vieja, que pesaba por lo menos
una libra y media, arrugada, engrasada, pegada, subrayada, con páginas
faltantes. Luego me llevó a un lado para decirme que la Biblia había
estado con él durante 20 años, que la había ganado como primer premio en
un concurso de cultura bíblica en su país. La llevó consigo y siempre
la leyó durante sus viajes de aventura alrededor del mundo en busca de
fortuna".
"Durante años había estado llevando cocaína en su maleta, desde algún
país latinoamericano a Europa o África", explica el p. Revelli. "Me
confesó que, por un sentido de moderación, nunca se atrevió a llevar la
Biblia en la misma maleta que la droga. Un día fue llevado durante su
última escala en Marruecos, donde pasó 9 años y solo conoce el
aeropuerto y las dos cárceles donde se alojó con otros prisioneros,
incluidos los marroquíes. Ahora, cuando sale de la cárcel, conoce
perfectamente el dialecto marroquí y la Biblia. Me dice que la Biblia
fue su único apoyo durante su encarcelamiento y que ahora ya no necesita
ese libro escrito, porque mientras tanto lo ha aprendido de memoria. Él
me lo confía para que yo se lo dé después a otro preso". El misionero
añadió con emoción que "al tomar esa Biblia grasienta y arrugada y ver
mi Biblia ordenada y limpia, casi sentí vergüenza. Esa Biblia habla de
la vida de un hombre que encontró la
Palabra de Dios en cautiverio: hoy, como él, otros prisioneros pueden
tener la misma experiencia gracias al humilde y desinteresado apoyo
espiritual que los sacerdotes, religiosos y laicos ofrecen a los
prisioneros de Fez.