Puerto Príncipe, HAITÍ (Agencia Fides, 21/02/2019) – “Después de ocho días de silencio,
mientras el país está en llamas y ensangrentado, el presidente de la
República, Jovenel Moïse, tomó la palabra para no decir nada o, peor
aún, para tirar gasolina al fuego”. Así comienza el comunicado del
superior de los jesuitas en Haití, el padre Jean Denis Saint-Félix,
titulada ‘Catástrofe humanitaria, irresponsabilidad de nuestros
dirigentes y urgencia del diálogo nacional’, recibido por la Agencia
Fides. El discurso del presidente, según el sacerdote, provocó en la
población "desilusión, repugnancia, ira, vergüenza" también porque no
contenía ningún anuncio de medidas en respuesta a la crisis que paralizó
el país, lanzándolo al caos y a la emergencia humanitaria.
Citando a analistas políticos y basándose en su propio conocimiento
directo, el padre Saint-Félix enumera las reivindicaciones populares no
cumplidas: alto coste de la vida, justicia social, pérdida de poder
adquisitivo, devaluación de la moneda, exigencia de justicia y lucha
contra la corrupción. La prensa y las instituciones ilustran el
deterioro de la situación socioeconómica, con hospitales y centros de
salud sin oxígeno durante varios días, supermercados con estantes vacíos
y una creciente falta de acceso al agua, los alimentos y la atención
médica de emergencia. Además, “los niños de familias de bajos ingresos
se mueren de hambre en muchos de los barrios pobres del país”, advierte
el religioso, quien se pregunta: “¿Cuál es la salida? ¿Hasta dónde
llegará el presidente de la República?”
Para el padre Saint-Félix, el presidente Moïse debe marcharse, y “no
solo porque las otras instancias del Estado son igualmente inadecuadas y
corruptas”. El concepto expresado en una nota firmada por
representantes de la Iglesia Católica, protestantes y anglicanos,
dirigida a los principales protagonistas de esta dramática situación, es
idéntico. Para el jesuita, sin embargo, esta crisis parece ofrecernos
una oportunidad que hay que aprovechar rápidamente: “"Ha llegado la hora
del diálogo que necesitan todas las capas de la sociedad haitiana. Es
imposible ignorarlo”. Y enfatiza que debe tratarse de un diálogo
“nacional e inclusivo”, que requiere la participación de “hombres y
mujeres honestos, competentes y creíbles” que conduzca “a una nueva
Constitución, a instituciones verdaderamente republicanas, a una
verdadera reforma económica y al proceso de Petrocaribe” (en el que
participarían unos quince ministros y el actual presidente).
El país no cambiará si sigue careciendo “de una conciencia firme y
sincera y de un compromiso patriótico para construir una sociedad más
justa, más igualitaria y más próspera. Las ‘buenas personas’ que
permanecen encerradas en la casa deben abandonar el silencio y el papel
de espectadores”. Además del papel de la prensa, el padre Saint-Félix
recordó las responsabilidades de los religiosos e intelectuales en la
búsqueda de la justicia y la dignidad. “Los jesuitas haitianos haremos
nuestro deber de entrar en contacto con todos los sectores de la vida
nacional y proponer juntos un espacio para reflexionar sobre los
mecanismos actuales de este necesario diálogo. Para ello, queremos
movilizar todos nuestros recursos, tanto humanos como materiales,
nuestros contactos y nuestros talentos, tanto nacionales como
internacionales”, citando como ejemplo a “sus colegas jesuitas y
universidades que han participado en procesos similares en países como
El Salvador y
Colombia”.