Maputo, MOZAMBIQUE (Agencia Fides, 01/04/2019) - Más de diez días después de que el ciclón Idai
azotara el sur de África, Mozambique, Zimbabwe y Malawi siguen viviendo
en condiciones de extrema emergencia. "El número oficial de muertes solo
en Mozambique – cuenta a la agencia Fides Claudio Zuccala, padre
blanco, misionero desde hace años en Mozambique - ha aumentado a 500.
Los primeros centros de acogida para personas sin hogar dan hospitalidad
a 110.000 personas. Se estima que en los tres países hay más de 800
víctimas, pero se teme que el número de muertes pueda aumentar. Solo se
obtendrá una cifra exacta cuando el agua se retire y se recuperen los
cuerpos.
El ciclón ha dejado un rastro de destrucción. Gran parte de los daños
fueron sufridos por Mozambique, donde el 90% de la ciudad de Beira fue
destruida. En muchos distritos de Beira, la gente se ve obligada a vivir
en el agua podrida que rodea sus casas. Muchas casas no tienen techo,
por lo que la gente está expuesta a la lluvia que, aunque más ligera,
cae a veces y bajo el sol abrasador de esta temporada. "Hay temores de
cólera y de epidemias de fiebre tifoidea (ya hay 270 casos de cólera)
-continúa el misionero-, mientras que las formas agudas de diarrea y
dolor intestinal ya están a la orden del día. También se ha producido un
fuerte aumento del paludismo debido a que miles de personas duermen sin
la protección de sus hogares y sin mosquiteras".
"En Zimbabwe - observa Anold Moyo, jesuita de la Casa Silvera - el valle
Rusitu de Chimanimani, donde se encuentra la confluencia de los ríos
Rusitu y Hano fue el más afectado. Ambos ríos han sido inundados. Los
aldeanos de Nyamatanda, en Mozambique, informan haber visto cuerpos de
Zimbabue flotando en el agua. Cientos de cuerpos están abandonados en
las calles y miles son abandonados en los bosques".
La Iglesia católica lanzó campañas en varios países del mundo para
facilitar la donación y entrega de artículos de primera necesidad (como
las de Cáritas italiana y los de la Provincia Euromediterránea de los
Jesuitas). "Aún queda mucho por hacer, empezando por las decenas de
postes de luz y los pilones de alta y media tensión que han sido
arrancados por la fuerza del viento y de los ríos inundados. Los niveles
de los ríos Pungwe y Buzi están disminuyendo, pero la ciudad de Buzi
(que nace en la desembocadura del río del mismo nombre) permanece
aislada. Principalmente son particulares los que transportan a los
pasajeros a Beira con todo tipo de embarcaciones (a menudo improvisadas)
y se habla de un aumento significativo del pasaje, incluso si reciben
100 litros de combustible por el servicio que ofrecen", concluyó el
padre Zuccala.