Jartum, SUDÁN (Agencia Fides, 24/11/2021) - El golpe de Estado en Sudán que depuso violentamente al Consejo Soberano de Transición nacido en agosto de 2019, tras la llamada "primavera sudanesa", ha terminado a menos de un mes de su inicio. El domingo 21 de noviembre, el primer ministro Abdulla Hamdok, que hasta la víspera estaba bajo arresto domiciliario, anunció como hombre libre un acuerdo firmado con el general Abdel Fattah al-Burhan -jefe del ejército y líder de los golpistas- para formar un "gobierno técnico".
Se abre así una nueva etapa que devuelve la esperanza de restablecer la
senda de la transición democrática desencadenada a principios de 2019
cuando, sin especial derramamiento de sangre, la "revolución sudanesa"
-llevada a cabo en gran parte por mujeres y jóvenes- puso fin al régimen
de Omar al-Bashir. El dictador, que llegó al poder en 1989 gracias a un
golpe de Estado apoyado por el líder extremista Hassan al-Turabi, y que
permaneció en el poder en Sudán durante 30 años, dejó inmediatamente
claras al mundo sus intenciones autocráticas e irrespetuosas de los
derechos.
Sin embargo, el acuerdo alcanzado corre el riesgo de derrumbarse
inmediatamente: doce ministros del gobierno de transición, entre ellos
la influyente Mariam al-Sadiq al-Mahdi, jefa del ministerio de Asuntos
Exteriores e hija del famoso Sadiq al-Mahdi, han firmado su dimisión
como "protesta por el acuerdo con los militares”.
Mientras tanto, miles de sudaneses, una hora después de la noticia del
acuerdo, salieron a la calle para expresar su aversión al ejército, y
por primera vez a Hamdok, considerado “un traidor”.
No hay mucha confianza en que Hamdok pueda reformar un nuevo ejecutivo
con un 50% de civiles y que pueda resistir y superar esta fase”, dice a
Fides una fuente local que prefiere el anonimato: “El hecho de que haya
fracasado el intento de establecer un régimen totalmente militar, que
devolvería a Sudán a la dictadura, es una buena noticia, pero quedan
demasiados interrogantes sobre quién ocupará el escenario a partir de
ahora”.
El mes en que se produjo el golpe, además de sus secuelas políticas,
dejó un pesado legado: más de 40 muertos, un número mucho mayor de
heridos y detenciones sumarias.
“Las viejas figuras que se mueven por Jartum o que hacen sentir su
influencia", prosigue la fuente, "suscitan muchos temores; en el nuevo
equilibrio, habrá que entender quiénes estarán dentro del gobierno".
Entre las figuras en cuestión está Salah Gosh, ex director de Seguridad
Nacional, acusado de crímenes contra la humanidad y ahora exiliado en
Egipto. También está la figura de Mohamed Hamdan "Hemeti", antiguo líder
de los Janjaweed, formación paramilitar acusada de masacres y crímenes
de guerra. También se teme el regreso de Omar al-Bashir, que está a
punto de salir de la cárcel (el próximo diciembre) y que nunca ha dejado
del todo la escena.