Ciudad de México, MÉXICO (Agencia Fides, 29/11/2021) - Al concluir la primera Asamblea
Eclesial de América Latina y el Caribe, celebrada del 21 al 28 de
noviembre en Ciudad de México y con conexión en línea, se ha dado a conocer un mensaje al pueblo de
Dios titulado “Todos somos discípulos misioneros en salida”.
“La voz del Espíritu ha resonado en medio del diálogo y el
discernimiento señalándonos varios horizontes que inspiran nuestra
esperanza eclesial” está escrito en el mensaje, que indica una serie de
retos y orientaciones pastorales que deben ser asumidos con urgencia.
Entre ellos se encuentran: la necesidad de trabajar por un renovado
encuentro de todos con Jesucristo encarnado en la realidad del
continente; acompañar y promover el protagonismo de los jóvenes; una
adecuada atención a las víctimas de los abusos ocurridos en contextos
eclesiales y comprometernos a la prevención; la promoción de la
participación activa de las mujeres en los ministerios y en los espacios
de discernimiento y decisión eclesial.
Además se reitera la promoción de la vida humana desde su concepción
hasta la muerte natural; la formación en la sinodalidad para erradicar
el clericalismo; la promoción de la participación de los laicos en
espacios de transformación cultural, política, social y eclesial; la
escucha y el acompañamiento del clamor de los pobres, excluidos y
descartados. También se pone de manifiesto la renovación de los
programas de formación en los seminarios para que asuman la ecología
integral, el valor de los pueblos originarios, la inculturación e
interculturalidad, y el pensamiento social de la Iglesia como temas
necesarios, y todo aquello que contribuya a la adecuada formación en la
sinodalidad. Por último es urgente renovar a la luz de la Palabra de
Dios y el Vaticano II nuestro concepto y experiencia de Pueblo de Dios;
reafirmar y dar prioridad la vivencia de los sueños de Querida Amazonía;
y acompañar a los pueblos originarios y afrodescendientes en la defensa
de la vida,
tierra y sus culturas.
En el mensaje final, los participantes de la Conferencia han afirmado
estar guiados por el deseo de revivir el espíritu de la V Conferencia
General del Episcopado Latinoamericano de Aparecida en 2007, en sintonía
con las Conferencias Generales anteriores, en el horizonte del Jubileo
Guadalupano en 2031, y del Jubileo de la Redención en 2033. “Con gran
alegría hemos vivido esta Asamblea como una verdadera experiencia de
sinodalidad – escriben -, en la escucha mutua y en el discernimiento
comunitario de lo que el Espíritu quiere decir a su Iglesia. Hemos
caminado juntos reconociendo nuestra poliédrica diversidad, pero sobre
todo aquello que nos une, y en el diálogo nuestro corazón de discípulos
se ha vuelto hacia las realidades que vive el continente, en sus dolores
y esperanzas”.
En particular denuncian el dolor de los más pobres y vulnerables que
sufren el flagelo de la miseria y las injusticias, además de la falta de
solidaridad; la destrucción de la casa común y la “cultura del
descarte” que afecta sobre todo a las mujeres, los migrantes y
refugiados, los ancianos, los pueblos originarios y afrodescendientes;
el impacto y las consecuencias de la pandemia que incrementa más las
desigualdades sociales, comprometiendo incluso la seguridad alimentaria
de gran parte de nuestra población; los sufrimientos a causa del
clericalismo y el autoritarismo en las relaciones, que lleva a la
exclusión de los laicos, de manera especial a las mujeres en las
instancias de discernimiento y toma de decisiones sobre la misión de la
Iglesia, constituyendo un gran obstáculo para la sinodalidad.
Sin embargo, no han faltado signos de esperanza, como el camino sinodal, que representa “un significativo espacio de encuentro y apertura para la transformación de estructuras eclesiales y sociales que permitan renovar el impulso misionero y la cercanía con los más pobres y excluidos”. Otro signo de esperanza lo ha mostrado la Vida Religiosa “mujeres y hombres que viviendo contracorriente dan testimonio de la buena nueva del Evangelio”, así como la vivencia de la piedad popular.
“Esta Asamblea es un kairós – pone de manifiesto el mensaje -, un tiempo
propicio para la escucha y el discernimiento que nos conecta de forma
renovada con las orientaciones pastorales de Aparecida y el magisterio
del Papa Francisco, y nos impulsa a abrir nuevos caminos misioneros
hacia las periferias geográficas y existenciales y lugares propios de
una Iglesia en salida”.