Kampala, UGANDA (Agencia Fides, 20/11/2021) - "Las niñas de entre 10 y 15 años están hacinadas en una estructura de hojalata donde duermen hasta en 30 o 40. Cada mañana toman el camino del mercado, van a limpiar judías y cacahuetes. El nivel de pobreza en esta parte de Uganda es tan alto que muchas familias se ven obligadas a confiar sus hijos a connacionales a cambio de unos pocos centavos al mes. Lo que las madres no saben es que sus hijos acabarán en una red de traficantes de personas con destino a Kampala. Aquí les espera la mendicidad en las calles, pero también el abuso sexual a las chicas, y la supervivencia a base de pan y agua en un barrio marginal donde, con la llegada de la pandemia, la situación ha empeorado aún más. Por eso, en nombre de Jesús, hemos decidido hacer algo por ellos, para devolverles la dignidad y el amor”. Así lo dice a la Agencia Fides la Hna. Fernanda Cristinelli, de 58 años, 32 de ellos pasados como misionera comboniana en África.
La región de Karamoja, en el noreste de Uganda, está clasificada por la
FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación) como una de las más pobres del mundo: 1,2 millones de
habitantes, de los cuales el 61% está por debajo del umbral de pobreza.
“A los 15 años, las niñas tienen más de un hijo y la media de cada madre
es de ocho hijos”, dice la hermana Fernanda, que se desplaza todos los
meses desde Moroto (Karamoja) a la capital, donde ha puesto en marcha un
proyecto para niños víctimas de la trata de seres humanos. En marzo de
2019, gracias a la financiación recibida de la Conferencia Episcopal
Italiana y de Usaid, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo
Internacional, se inauguró el Centro Infantil San Daniel Comboni, un
centro de día donde los niños de la calle pueden pasar unas horas de su
jornada. “Aquí -dice la misionera- pueden jugar, comer y, sobre todo,
ser atendidos con cariño. En año y medio nos han
visitado 200 niños”. Además de las religiosas y un consejero, hay
asistentes y psicólogos que acompañan a las chicas que han sufrido
abusos sexuales: “Hemos puesto en marcha un proyecto de recuperación”,
dice la hermana, “en el que podemos hacer que las mujeres sean
conscientes de las consecuencias de cada acción. A los más mayores
-continúa- les ofrecemos formación profesional para que encuentren un
trabajo mejor; a los más pequeños, los apartamos de las manos culpables
de quienes se lucran con su piel. La única manera de sacarlos de la
calle es introducirlos en la escuela”.
“El problema es que cuando termina el curso escolar, algunos niños, al
no poder ser alojados, vuelven a las calles de Kampala. No podemos
permitirlo. También porque –concluye Sor Fernanda- el futuro del país
pasa por sus ojos: son niños hermosos que, por las terribles
experiencias que han vivido, desean como todos mejorar su vida, tener un
futuro diferente”.
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El vídeo de la entrevista en el canal Youtube de la Agencia Fides -> https://youtu.be/AJomQb2WUJ0