CIUDAD DEL VATICANO (Agencia Fides, 19/11/2021) – Era el 7 de febrero de 2017 cuando
un grupo de hombres armados irrumpió en la casa de las Hermanas
Franciscanas de María Inmaculada en Karangasso, al sur de Malí, y tomó
como rehén a la hermana Gloria Cecilia Narváez Argoti. La religiosa, de
nacionalidad colombiana, se ofreció en lugar de una hermana más joven.
Oraciones, vigilias y reuniones han mantenido viva la memoria de la
hermana Gloria durante los cuatro largos años y ocho meses que estuvo
secuestrada.
Su fe de hierro fue lo que ayudó a salvarse a la hermana Gloria, que
nunca aceptó las amenazas constantes para convertirse al Islam y cuyo
“lema” en los días más oscuros era: «Solo callar, para que Dios me
defienda».
Mientras estaba a la espera de poder regresar a Colombia, la Hna. Gloria
se ha quedado por un tiempo de descanso en la casa religiosa de Riano
(Italia). El viernes 12 de noviembre, durante su encuentro con el
cardenal Luis Tagle en la Congregación para la Evangelización de los
Pueblos, de la que es Prefecto, la Agencia Fides pudo hacer algunas
preguntas a las hermana Gloria.
Agencia Fides: Hna. Gloria, bienvenida. Hemos rezado mucho por usted y
nos sentimos honorados de que esté aquí. ¿Puede contarnos cómo era su
vida antes de ser secuestrada?
Hna. Gloria: Antes de ser secuestrada, llevaba a cabo mi misión en
África con mis hermanas de comunidad, donde nos dedicábamos a la
promoción de la mujer. Les enseñábamos a bordar, a coser a máquina, a
leer, además de ofrecerles herramientas para iniciar actividades de
microcrédito. Una de nuestras prioridades siempre han sido los niños,
los recién nacidos que a menudo son abandonados por sus madres el día
del parto porque no tienen nada para alimentarlos. Nos ocupábamos del
centro de salud y asistíamos a los enfermos visitando también a sus
familias. Mi vida y mis pensamientos como persona y como consagrada se
centraban en el encuentro y la cercanía.
Agencia Fides: Cuatro años y ocho meses es mucho tiempo. ¿Cómo pasó sus largos días de prisionera?
Hna. Gloria: Por las mañanas rezaba mientras contemplaba el amanecer en
el desierto, algo maravilloso, sentía el viento, a veces violento y a
veces suave, que se levanta de la arena. Solía escribir cartas a Dios,
con trozos de carbón, expresando mi total e ilimitada confianza en Él.
Recogía leña para calentar la poca agua que me daban cada día para
preparar el té. Rezaba por la libertad de los numerosos rehenes en todo
el mundo y pensaba en el sufrimiento de tantas personas que mueren de
hambre. Volvieron a pasar por mi mente, todos los momentos de mi vida,
desde el camino recorrido con las hermanas de mi Congregación, mi
familia, mi vida como religiosa y la respuesta que estaba dando a la
voluntad de Dios. Mi oración era también por los grupos que me tenían
secuestrada, por cada uno de ellos. Cuando era el momento de
trasladarnos a otro lugar me dedicaba a limpiar el campo.
Agencia Fides: ¿Qué idea se hizo del motivo por el que se prolongaba su
cautiverio? ¿Sus captores le explicaron las razones de ello?
Hna. Gloria: Todos los grupos en los que estuve hacían referencia a la
religión. Querían poner a prueba mi fe. Para ellos, en Malí, sólo debe
existir el Islam. También creo que había problemas entre ellos que
retrasaban mi liberación.
Agencia Fides: Con el paso del tiempo, ¿consiguió dar sentido a esta dura experiencia que estaba viviendo?
Hna. Gloria: Ha sdio una experiencia de fe profunda, de reafirmarme en
Dios, de aumentar mi confianza en Él aceptando todo tipo de
humillaciones y vejaciones para crecer y vivir lo que decía nuestra
Fundadora, la Beata Madre Caridad Brader Zahner: 'callar para que Dios
nos defienda'. Al mismo tiempo, ha sido una oportunidad para vivir el
respeto a otras religiones, en este caso la suya, y me acordé de la
encíclica del Papa Benedicto XVI, Deus Caritas est, que habla del
respeto a la libertad religiosa y de cómo los cristianos debemos ser
mensajeros de paz y reconciliación con nuestras actitudes.
Agencia Fides: ¿Sus carceleros estaban siempre con usted? ¿Cómo se comportaban, la maltrataron?
Hna. Gloria: En general los grupos me humillaban mucho, me insultaban de
forma ofensiva y dura por mi religión o por ser mujer. Pero entre ellos
también vi que había gente buena que quería liberarme para que no
corriera tanto peligro.
Agencia Fides: ¿Recuerda algún gesto especial de humanidad -o de maldad- por parte de los secuestradores hacia usted?
Hna. Gloria: Sobre todo por la noche podía ver que los grupos estaban
muy agitados, gritaban entre ellos, se acercaban a la tienda donde yo
estaba. Alrededor de la medianoche, el jefe se acercaba a mí y me decía:
‘¡Gloria! ¿Estás bien?’
Agencia Fides: Su madre murió esperando su regreso. ¿No es demasiado este dolor añadido a la dolorosa historia del secuestro?
Hna. Gloria: Rezaba mucho y pensaba en el hecho de que mi madre ya tenía
una edad avanzada. Me acordaba de las palabras que me había dicho
cuando fui de vacaciones a casa y luego regresé a Mali: “No te vayas tan
lejos, porque Mali es la religión del Islam y puede pasarte algo o
puede que no nos veamos más”. Y yo le contesté: “Mamá, que sea lo que
Dios quiera. Podría ocurrirte algo a ti o a mí. No estamos seguras de
cuál es la voluntad de Dios”.
Agencia Fides: ¿Qué frase o gesto que el Papa Francisco le ha dirigido le ha impactado más y no olvidará?
Hna. Gloria: Nunca olvidaré su gesto de acogida y su bendición como
padre y pastor de nuestra Iglesia. Ni su petición: “reza por mí”.
Agencia Fides: ¿Piensa volver a África y continuar donde lo dejó? ¿Cómo
ve su futuro? ¿Qué le espera? ¿Y cómo ha cambiado su experiencia su
visión de la vida y del mundo?
Hna. Gloria: Si Dios me concede la salud, seguiré siendo misionera,
cerca de los más pobres y necesitados, seguiré elevando a Dios mi
oración de eterna gratitud, pero más encarnada en el sufrimiento de las
personas privadas de libertad, de los que tienen hambre y sed. Seguiré
rezando por la paz en tantos países en guerra. Por el Santo Padre
Francisco, los sacerdotes, los religiosos y las religiosas de todo el
mundo, para que tengamos el valor de dar la vida por los que sufren.
Esta experiencia me lleva a ver la vida como una tarea para crear una
hermandad universal. No para encerrarnos en nosotros mismos, sino para
ser portadores de esperanza y testigos de nuestra vida de fe.
No es necesario hacer muchas cosas, sino dar un testimonio de fe, de
escucha, valorar a todos los que nos necesitan, a los mayores por toda
su sabiduría y por lo que han aportado, a los jóvenes por su valor y
profecía. Debemos seguir pidiendo a Dios que suscite vocaciones buenas y
santas para la Iglesia que puedan llegar a lugares lejanos donde casi
nadie va. Como decía nuestra Fundadora: Dios no se deja superar en
generosidad y no debemos olvidar las buenas obras que la Congregación
tiene en sus manos; los pobres y mucha caridad y fraternidad con todos.
Lo que significa dar la vida por otro.
La Hna. Gloria, el 15 de noviembre de 2021, ha regresado finalmente a
Colombia, donde permanecerá durante un período de descanso con su
familia y sus hermanas de comunidad.
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