Caacupé, PARAGUAY (Agencia Fides, 09/12/2021) – “Tenemos la obligación de “organizar la
esperanza” en el Paraguay para dejar atrás los efectos de la pandemia y
para poner punto final a la epidemia nacional de la impunidad, porque la
corrupción también mata”. Es la exhortación de Mons. Ricardo Valenzuela
Ríos, obispo de Caacupé, en su larga carta al pueblo paraguayo,
titulada "Organicemos la esperanza", publicada el 8 de diciembre,
solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, día en que los chilenos
honran a la Virgen invocándola como "Nuestra Señora de los Milagros",
Patrona del Paraguay, peregrinando a su santuario de Caacupé.
Inspirado por la homilía del Papa Francisco en la Misa de la V Jornada
Mundial de los pobres, el obispo explica en si carta que “se trata de
dar, mediante el compromiso social y político, las bases para aliviar el
sufrimiento de los más débiles y carenciados de la comunidad humana.
Este objetivo nos lleva a examinar nuestra realidad y proyectar las vías
de solución”. Luego de la sacudida que recibió la humanidad entera con
la pandemia en el 2020, este año se puede considerar como el tiempo que
nos permite reponernos de esta negativa experiencia de vida. Las
secuelas de mediano y largo plazo de este mal universal comienzan a
emerger en el campo de la salud física y sobre todo mental, así como
también en la economía global y en la de cada hogar, especialmente de
las familias necesitadas. Muchas de las personas que han perdido la vida
por el Covid habrían podido salvarse o vivir más tiempo, si la reacción
gubernamental hubiese sido más acertada y no tan débil,
escribe el obispos que subraya: “Según la concepción cristiana, la razón
de ser de la autoridad es la de servir al pueblo… no ocupar los
primeros puestos”. A continuación, recuerda las numerosas muertes
debidas a la negligencia y la corrupción, y pide que se respete el
derecho a la salud para todos, no sólo para los altos cargos del Estado.
“Debemos recuperarnos de esta negativa situación y aprovechar esta dura
experiencia para cambiar y hacer que el mundo, y nuestro país, sean más
habitables, un mejor lugar donde compartir la vida y los bienes que Dios
prodigó para todos” prosigue el obispo, exhortando a unir los
potenciales individuales para dar fuerza a cuantos se sienten débiles.
El papa Francisco pidió que los cristianos “organicemos la esperanza,
traducirla en la vida concreta de cada día, en el interés por los demás,
en las relaciones humanas, en el compromiso social y político y en la
vida eclesial” recuerda Mons. Valenzuela Ríos, manifestando que “con la
pandemia descubrimos que además de ricos, somos todos al mismo tiempo
pobres”, así que reflexiona sobre lo que es la riqueza y la verdadera
esperanza, para que nadie se deje hundir en el pesimismo.
“Para cimentar nuestra esperanza será necesario —haciéndonos eco siempre
de las palabras del Santo Padre— que los políticos y los gobiernos
dejen de lado el sectarismo, los privilegios, a veces exagerados, la
riqueza mal habida, y “trabajen por el bien común” buscando ajustar el
modelo económico del país a uno que tenga rostro humano. ¡Basta de
mezquindad, basta de excesiva acumulación del dinero y de los recursos
en pocas manos! que tiene su contra parte en la exclusión de muchos.
Recordarán todos que, al inicio de la pandemia, con el susto natural, se
hicieron muchas y lindas promesas de reforma; la mayoría de ellas
quedaron en el olvido” denuncia Valenzuela Ríos.
El obispo espera que quienes ingresaron con ímpetu por selección o acuerdo a los más altos estrados judiciales “se empeñen en hacer justicia, tal como prometieron hacerlo antes de ser designados”; las nuevas autoridades municipales deben tener presente su compromiso "con la fe, con el pueblo y con sus familias"; en las disputas políticas debe prevalecer siempre "la fuerza de la razón" y no la violencia para conseguir el poder. Secuestros, asesinatos, extorsiones son "la triste realidad que han soportado y soportan muchas familias", continua, por lo que "es necesario que nos demos cuenta de la necesidad de un cambio en nuestro país como generador de violencia". La educación pública también queda siempre al margen, independientemente del signo político de los sucesivos gobiernos.
“El país necesita cuanto antes cambiar. Cambiar el perfil de sus
líderes. No cambiar personas simplemente. Necesitamos líderes íntegros,
honestos, con mentalidad sana, confiables, comprometidos con la verdad,
serviciales y ambiciosos con el cumplimiento de sus planes y promesas
empeñadas – dice el obispo -. Paraguay, nuestro querido país, tiene
grandes desafíos por delante” concluye Mons. Ricardo Valenzuela Ríos,
que exhorta: “Organicemos la esperanza” entre todos. Que nadie se
excluya de esta misión y que nadie lo impida tampoco”.