Yangon, MYANMAR (Agencia Fides, 10/12/2021) – “Vivimos tiempos difíciles. El profeta Isaías
tiene una frase memorable que refleja nuestra condición: El pueblo que
camina en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que viven en el
país de las tinieblas, ha brillado una luz. (Is 9,2). Esa tierra oscura
-dirán todos los corazones de Myanmar con gran dolor- es nuestra
tierra. Una tierra sobre la que ha descendido la oscuridad, una tierra
donde la muerte violenta se ha convertido en la norma. Este es un valle
de lágrimas. La repugnante violencia de los últimos diez meses ha
ofendido la sensibilidad del mundo. Sin embargo, no aceptamos el mal de
la desesperación y el odio. Con Jesús queremos proclamar: ¡que haya paz!
A la nación de las heridas autoinfligidas le decimos: ¡basta, mi
querida Myanmar!”. Con estas palabras el Cardenal Charles Maung Bo,
Arzobispo de Yangon y Presidente de la Conferencia Episcopal de Myanmar,
se dirige a los fieles de la nación y a todos los ciudadanos
birmanos en su mensaje de Adviento, en preparación de las festividades
navideñas.
El texto, enviado por el cardenal a la Agencia Fides, afirma que “la
injusticia y el sufrimiento de los inocentes es imperdonable. Aquellos
que deberían proteger la vida y la seguridad de nuestro pueblo se han
convertido en una espantosa causa de angustia y terror”. A ellos se
dirige hoy un anuncio: “Hay fuerza en el Amor. Este es el mensaje de
Jesucristo y de la Navidad”.
El cardenal recuerda con nostalgia que hace sólo un año el país vivía
grandes sueños de progreso y prosperidad, pero ahora “este jardín del
Edén se ha convertido en un valle de lágrimas”.
El Mensaje continúa: “Ya es suficiente, mi querida Myanmar. La Navidad
es una época de introspección: para los que sólo creen en la violencia,
para los que la perpetran y para los que son sus víctimas. Los que
inician activamente la violencia y creen en la tortura sádica y el
asesinato son la causa principal de este valle de lágrimas”.
El Cardenal afirma también su profunda preocupación por los jóvenes
birmanos que ven “sus sueños asesinados por las armas” y “estrangulados
por una violencia inhumana”, sufriendo la tentación de buscar venganza.
“Manteneos firmes en la verdad: manteneos firmes en el amor. Siempre hay
una vía no violenta, una solución pacífica. Una vez más, hago un
llamamiento a no seguir el camino de la violencia. La violencia sólo
engendra violencia. Creed en la verdad; creed en la fuerza del amor”,
exhorta, recordándoles que “demostrar el amor es una prerrogativa de los
valientes”.
Invitándoles a seguir “la verdad que os hace libres”, el llamamiento les
pide que abandonen el odio y los prejuicios y recuperen “la confianza
en los demás”, permaneciendo en guardia “contra la violencia
desenfrenada; el asesinato de nuestros propios compatriotas”.
“Como cristianos - observa Card. Bo - buscamos orientación en la Palabra
de Dios y en la inspiración del Espíritu Santo. Cristo es nuestro
líder. Su nacimiento, su vida y su mensaje de esperanza deben guiarnos.
El Adviento nos dice: Cristo apareció en ese contexto de caos y odio.
Fue víctima de la arrogancia del Imperio Romano. La muerte y las
masacres eran la norma cuando él era un niño. El genocidio de los niños
ocurrió cuando Herodes decidió matar a todos los pequeños. Jesús era un
refugiado. Herodes fracasó; Pilato fracasó. Sin embargo, el Amor
encarnado, en ese sencillo pesebre, nacido de gente pobre como la
nuestra, venció”.
“El pesebre de Belén -continúa- venció el poder de Roma. Que esta sea
nuestra esperanza. En medio de la oscuridad y la asfixiante
desesperación, sobre el pobre pesebre los ángeles entonaron un canto de
paz cuando nació Jesús. El mensaje de la Navidad es la paz. Recordando
los diversos mensajes y llamados a la paz expresados por el Papa
Francisco, el Card. Bo señala que “la paz comienza con la búsqueda de la
justicia. No una paz vacía, sino la paz que nace de la justicia”.
Y, considerando la Navidad como “un tiempo de esperanza”, de libertad, libre de odios, como un tiempo propicio para la reconciliación, el mensaje concluye con un sentido llamamiento a la pacificación: “Habrá una auténtica Navidad si este país cree en los medios pacíficos. Dejemos que la profecía de Isaías se convierta en nuestra realidad a partir de este tiempo de Adviento: ‘Convertirán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces. Ya no se levantará la espada de una nación contra otra, ni se aprenderá más la guerra’ (Is 2, 4)”.