Bkerké, LÍBANO (Agencia Fides, 13/12/2021) – La consagración e inauguración de la Catedral
de Nuestra Señora de Arabia en el Reino de Bahrein es un poderoso “signo
de los tiempos”. Pone de manifiesto los frutos del diálogo entre
cristianos y musulmanes, y confirma la actitud de creciente apertura y
apoyo a la convivencia entre diferentes por parte del Soberano de
Bahrein y otras autoridades de los países del Golfo Pérsico. Así lo ha
remarcado el Patriarca maronita Béchara Boutros Raï al final de su
homilía durante la celebración eucarística presidida el domingo 12 de
diciembre en Bkerké, en la iglesia de la sede patriarcal. Pero el
cardenal maronita ha añadido a sus expresiones de alegría por las buenas
noticias del Golfo Pérsico algunos comentarios teñidos de pesar por los
impulsos sectarios que oscurecen la experiencia histórica de
coexistencia entre diferentes credos en el País de los Cedros: “Sería
deseable que los libaneses, cuya patria se ha erigido en modelo de
coexistencia de credos, revivieran este gran mensaje, en lugar de
apuñalarlo cada día. Mientras tanto, la fórmula libanesa está surgiendo
en otras partes del mundo”, ha señalado el Patriarca maronita, “pero no
debemos dejarla fracasar en su patria, el Líbano”.
Durante su homilía, en los pasajes reservados a la situación política y
social del país - como ya es su costumbre -, el Patriarca ha deplorado
las tácticas políticas que, de hecho, están obstaculizando la labor del
gobierno presidido por Najib Mikati, impidiendo así que el ejecutivo
desarrolle con provecho las conversaciones con el Fondo Monetario
Internacional y desbloquee de ese modo la ayuda exterior imprescindible
para que el país intente salir del desastre económico en el que se ha
sumido.
El gobierno libanés dirigido por el musulmán suní Najib Mikati obtuvo la
confianza del parlamento el 20 de septiembre, pero no se ha reunido
desde el 12 de octubre. El nuevo impasse -señalan los analistas- se debe
a los desacuerdos y vetos cruzados entre las fuerzas políticas en torno
a la investigación de la catastrófica explosión ocurrida el 4 de agosto
de 2020 en el puerto de Beirut (investigaciones que han apuntado a
exponentes políticos vinculados en gran medida al partido chiíta Amal,
dirigido por el presidente del Parlamento Nabih Berri).
En su homilía, el cardenal Raï también ha criticado duramente el
proyecto de ley de control de capitales propuesto por el gobierno y
enviado al Parlamento para su aprobación. Esta medida –ha subrayado el
Patriarca- tendría el efecto de saquear las cuentas de los libaneses
depositadas en los bancos, con el pretexto de “repartir” el déficit para
salvar a los bancos endeudados: ¿El hecho de que guarden su dinero en
el banco –se ha preguntado sarcásticamente el Patriarca- representa una
culpa que les hace corresponsables de las pérdidas?” El Patriarca
maronita ha continuado describiendo la situación del país con imágenes
angustiosas: “Los libaneses no pueden ir al médico. Los medicamentos
prescritos por los médicos no se pueden encontrar en las farmacias, ni
en los dispensarios, hospitales o incluso en el Ministerio de Sanidad.
Los medicamentos para enfermedades crónicas e incurables se evaporan
antes de llegar a los enfermos y la gente muere en sus casas, en
las calles y frente a las puertas de los hospitales y ministerios. Se
trata de una situación catastrófica que el Líbano nunca antes ha
conocido en su historia”.
En su homilía, el Patriarca también ha expresado valoraciones en
relación con la polémica surgida en torno al decreto por el que el
ministro de Trabajo, Mustafa Biram, abrió el acceso al mercado laboral a
los refugiados palestinos en el Líbano, en sectores que hasta entonces
les eran inaccesibles.
En Líbano viven 190.000 refugiados palestinos que, por ley, no pueden
trabajar en muchos empleos, empezando por los accesibles a las
categorías profesionales de médicos, abogados e ingenieros. El ministro
explicó que su decreto no pretende cambiar la ley, sino sólo mitigar los
efectos de la crisis sobre los refugiados: el cardenal Raï, en su
última homilía dominical, ha afirmado su cercanía a los desplazados y
refugiados, y al mismo tiempo ha llamado la atención sobre el hecho de
que “la responsabilidad de cuidar a estos hermanos corresponde a las
Naciones Unidas” a través de la UNRWA (para los palestinos) - y al Alto
Comisionado para los Desplazados (para los refugiados de Siria). “El
Líbano”, ha señalado el Patriarca maronita, “no es capaz de garantizar
los derechos de casi dos millones de refugiados y desplazados. Pedimos
una vida normal para ellos, con respeto a su dignidad, y que los países
árabes y el mundo encuentren una solución definitiva a la
cuestión palestina, fuera del Líbano, y apoyen el rápido retorno de los
refugiados sirios a su país”.