Ji-Paraná, BRASIL (Agencia Fides, 27/07/2021) – El padre Ezechiele Ramin, misionero Comboniano (MCCJ), oriundo de Padua (Italia), llegó a Brasil en 1983, a la diócesis de Ji Paraná, que comprende la parte central del estado de Rondônia y el extremo noroeste de Mato Grosso. En la región existía una marcada situación de desigualdad social, y los grandes terratenientes recurrían habitualmente a la violencia para ampliar sus posesiones. El misionero estuvo al lado de los indígenas y de los pequeños trabajadores rurales en su lucha no violenta por el derecho a la tierra, al trabajo y a una vida digna. El 24 de julio de 1985, el padre Ezequiel fue brutalmente asesinado cuando regresaba de una misión de paz: se había reunido con un grupo de colonos para convencerlos de que no se alzaran en armas contra los terratenientes. Antes de morir, susurró las palabras “os perdono”. El 25 de marzo de 2017 finalizó la fase diocesana de la causa de su beatificación. Casi cuarenta años después del suceso, el recuerdo del padre Ezequiel sigue muy vivo en Brasil, especialmente entre los indígenas, los campesinos y la gente sencilla.
En el 36º aniversario de la muerte del misionero, se celebraron dos
misas de acción de gracias por la vida y la misión del padre Ezequiel
Ramin, los días 24 y 25 de julio, en la diócesis de Ji-Paraná: el 24 en
Cacoal y el 25 en Rondolândia, donde fue ejecutado. Las misas fueron
celebradas por el obispo de Ji-Paraná, monseñor Norberto Foerster, y por
el padre Dario Bossi, superior provincial de los Misioneros Combonianos
en Brasil.
Según la información difundida por la Conferencia Episcopal de Brasil
(CNBB), recibida en la Agencia Fides, en la conmemoración, el padre
Darío Bossi ha destacado: “Recordamos y renovamos el compromiso de la
Iglesia local unida a las muchas comunidades de todo Brasil que
celebran, renuevan y recuerdan el compromiso martirial de Ezequiel por
una vida plena, por la tierra, por un techo, trabajo y por una
naturaleza que tenga su selva exuberante, la abundancia y el compartir
para todos. Para el padre Bossi, celebrar la memoria del padre Ezequiel
significa -junto con el Papa Francisco y la Iglesia de la Pan-Amazonía-
escuchar el grito de la tierra y el grito de los pobres: “Con el
compromiso de Ezequiel con los más pobres, debemos renovar también esta
alianza entre los pueblos de la tierra y la creación, como nos pide el
papa Francisco en Laudato Si”.
Para monseñor Norberto Foerster, el padre Ezequiel tenía el mismo sueño
eclesial que el papa Francisco ha expresado en Laudato Si: “Quería
cuidar las raíces de los pueblos amazónicos. Defendió a los pequeños
agricultores que hacen agricultura familiar sin pesticidas y su sueño
eclesial era el de pequeñas comunidades de pobres y humildes. El padre
Ezequiel sigue vivo en los tiempos actuales y sigue vivo en esta
Exhortación Postsinodal del papa Francisco, Laudato Si”. El arzobispo
de Porto Velho, monseñor Roque Palosqui, ha subrayado que el padre
Ezequiel “abrazó lo que el episcopado latinoamericano había constatado
en Medellín: la Iglesia no puede permanecer indiferente ante las
injusticias sociales que existen en América Latina, que mantienen a
nuestros pueblos en una dolorosa pobreza que en muchos casos es miseria
humana. El padre Ezequiel era consciente de que la Iglesia tiene que ser
misionera, una Iglesia misionera es aquella que anuncia y denuncia lo
que va en contra de la vida y especialmente de la vida de los más
pequeños y de la vida de toda la creación”.