Kampala, UGANDA (Agencia Fides, 19/07/2021) - Uganda vive un segundo bloqueo. Tras el primer cierre total en la
primavera de 2020, el gobierno ha ordenado una nueva cuarentena.
Oficialmente, las autoridades sanitarias de Kampala declaran más de 88
mil casos de positividad y más de 2.200 muertes. “La realidad es más
compleja”, explica a la Agencia Fides Dominique Atim Corti, médico y
presidente de la Fundación Corti, la organización que sostiene el
Hospital de Lacor en la diócesis de Gulu, en el norte del país. La
población ugandesa es muy joven (la edad media es de 17 años) y por
tanto el virus ataca con menos fuerza. Dicho esto, vemos casos de niños
que caen enfermos. Algunos mueren. No sabemos si mueren sólo a causa del
coronavirus o también como resultado de otras enfermedades. Esto
confirma que Covid está presente y se está extendiendo. Hasta hace unos
meses, la gente de a pie no se preocupaba por la nueva enfermedad y la
descartaba como una enfermedad occidental. Sin embargo, en las últimas
semanas la situación está cambiando. “La gente está viendo morir a sus
padres ancianos, pero también a algunos jóvenes”, continúa Dominique
Corti, “se dan cuenta de que el virus está entre ellos y empiezan a
preocuparse”.
El bloqueo también está afectando a la economía. El transporte se ha
detenido. Sólo un tercio de los empleados trabajan en oficinas. Se han
prohibido las actividades comerciales informales. “Está claro que este
bloqueo de actividades tiene un profundo efecto en la actividad
económica”, afirma Dominique Corti, “las personas que viven de las
actividades informales se encuentran sin fuentes de ingresos. Pero
incluso los que tienen ingresos tienen dificultades. A menudo se trata
de salarios bajos, con los que es difícil mantener a una familia”.
No es fácil encontrar medicamentos y a menudo son caros. “Muchos
enfermos renuncian al tratamiento para no cargar a sus familias con
deudas”, continúa Dominique Corti. “En el hogar, el contagio es fácil.
Los espacios son reducidos y la gente se ve obligada a vivir cerca unos
de otros”.
Frente a esta pandemia, el sistema sanitario tiene dificultades. Los hospitales públicos carecen de todo. Los pacientes tienen que conseguir medicamentos, vendas, hilo de sutura, etc. si quieren ser operados. Esto no ocurre en los hospitales privados, pero las tarifas son elevadas e inalcanzables para el ciudadano de a pie. “En el hospital de Lacor - explica Dominique Corti -, la situación es compleja. Hemos tenido que poner el equipo de oxígeno en funcionamiento continuo, pero sólo lo enviamos a la sala Covid. Para los demás pacientes, hemos tenido que volver a poner en marcha los concentradores que producen un oxígeno menos concentrado, pero suficiente. También hay dificultades con la falta de medicinas”.
Las vacunas son raras. Tras la llegada de una primera reserva gracias a
Covax, Kampala se encuentra en escasez de vacunas: “El peligro ahora es
que la enfermedad se extienda masivamente”, concluye Dominique, “pueden
surgir variantes resistentes a los medicamentos y a las vacunas. Como
médico, sólo puedo hacer un llamamiento: Europa y América deberían
enviar dosis de vacunas aquí. Tratar el Covid en África significa evitar
que se extienda al resto del mundo”.