Diman, LÍBANO (Agencia Fides, 19/07/2021) - El pueblo libanés, hambriento y doblegado por la
crisis, parece un rebaño sin pastor. Pero a pesar del estado de
postración en que se encuentra, debido también a la manifiesta ineptitud
de sus dirigentes políticos, siempre se puede contar con la intercesión
de San Charbel, en la confianza de que “no dejará que el Líbano se
derrumbe”. Así es como el Cardenal Béchara Boutros Raï, patriarca de
Antioquía de los Maronitas, ha rezado al Santo de las “causas
imposibles” venerado en el País de los Cedros encomendándole el destino
del Líbano, que atraviesa un momento difícil en el que las urgencias
políticas, sociales y económicas se multiplican y entrecruzan como
diferentes síntomas de una gran crisis de identidad.
El Patriarca maronita, en la homilía de la misa celebrada el domingo 18
de julio en Diman, ha realizado muchas referencias a la actual fase
política, abierta en el Líbano después de que el primer ministro
designado Saad Hariri haya renunciado a formar gobierno, tras meses de
idas y venidas. La primera necesidad urgente que
hay que abordar sin demora –ha subrayado el cardenal- es la de
encontrar un representante político suní al que confiar la formación de
un nuevo gobierno, tras la renuncia de Hariri (el sistema institucional
libanés prevé que el cargo de primer ministro sea ocupado por un
musulmán suní). El Patriarca ha insistido en que el país no se está
enfrentando a una crisis gubernamental normal, sino a una crisis
nacional que, para ser abordada y superada, requiere el esfuerzo de
todos, así como el apoyo de “países amigos”. Sólo siguiendo este camino
será posible reconstruir el marco de una “coexistencia en medio de las
diferencias” que es el sello de la identidad libanesa, y que al mismo
tiempo representa también la contribución más valiosa que el País de los
Cedros puede ofrecer a los pueblos de Oriente Medio, una región en la
que las fuertes identidades culturales y religiosas corren siempre el
riesgo de ser absorbidas y explotadas en los conflictos sectarios. “Sin
un gobierno fuerte y reconocido internacionalmente – ha subrayado el
Patriarca -, no llegaremos a ninguna parte. Sin gobierno, no se puede
poner freno a la corrupción rampante y a la arbitrariedad de los clanes
de poder. Sin un gobierno, seguirán prevaleciendo la inmunidad, la
connivencia y el encubrimiento que siguen saboteando las investigaciones
sobre la responsabilidad de las explosiones que devastaron el puerto de
Beirut el 4 de agosto de 2020. Sin un gobierno, también desaparecerá la
necesidad urgente de controlar y revisar el trabajo del Banco Central
del Líbano, así como la necesidad de crear sistemas adecuados para
contrarrestar el despilfarro y el saqueo sistemático de los recursos
públicos”.
Precisamente el inmovilismo de las fuerzas políticas y la parálisis de
las instituciones libanesas –ha continuado explicando el cardenal Raï -,
confirman cada día más que sólo se puede intentar salir de la crisis
convocando una conferencia internacional sobre el Líbano bajo la égida
de la ONU, que proporcionaría de algún modo una especie de anclaje
internacional para la ‘neutralidad’ libanesa. Cada día, la clase
política local demuestra su incapacidad para asumir sus
responsabilidades ante la crisis. “Este grupo de políticos –ha subrayado
el patriarca- es incapaz de resolver cuestiones sencillas de la vida
cotidiana, como las basuras, la electricidad, los alimentos, los
medicamentos y las incineradoras. Son incapaces de luchar contra la
corrupción, de facilitar el trabajo del poder judicial, de regular la
práctica de los ministerios y las administraciones, de cerrar las rutas
del contrabando”.
En medio de todo esto, los cristianos libaneses conmemoraron el domingo
18 de junio al santo taumaturgo Charbel Makhluf (1828-1898), monje de la
orden maronita libanesa, cuyos restos mortales se veneran en el Líbano,
en el monasterio de San Marón de Annaya, en una urna de cedro. “Creemos
que San Charbel no dejará que el Líbano se derrumbe. A él le confiamos
nuestra patria y nuestro pueblo”, ha dicho el patriarca maronita al
concluir su homilía.
Innumerables curaciones de cristianos y musulmanes, tanto corporales
como espirituales, están vinculadas a la intercesión de San Charbel en
el Líbano y en todo el mundo. Los fenómenos prodigiosos empezaron a
producirse post mortem, entre los que rezaban alrededor de la tumba del
monje.