Erbil, IRAK (Agencia Fides, 21/07/2021) - Una delegación de la Iglesia caldea, encabezada
por el patriarca y cardenal Louis Raphael Sako, ha mantenido una serie
de encuentros en Erbil con representantes de otras Iglesias y
comunidades eclesiales presentes en Irak, en un intento de iniciar un
proceso encaminado a recalificar y relanzar los instrumentos de contacto
y los organismos ecuménicos “congelados” desde hace años en un estado
de sustancial inercia.
El patriarca Sako, con algunos de sus colaboradores, se ha reunido,
entre otros, con Mor Nicodemus Daoud Matti Sharaf, arzobispo sirio
ortodoxo de Mosul, con el arzobispo Nathanael Nizar Samaan, jefe de la
diócesis sirio católica de Hadiab (Kurdistán iraquí) y con
representantes de la Iglesia Asiria de Oriente. Durante los encuentros,
según fuentes acreditadas del patriarcado caldeo, los representantes de
las diferentes Iglesias se han centrado en particular en la necesidad de
encontrar nuevas vías de cooperación fraternal, a la luz de las
numerosas emergencias que afligen al pueblo iraquí y que representan el
contexto real en el que las comunidades eclesiales están llamadas a
confesar la misma fe en Cristo.
Estas reuniones han representado un primer paso en el proceso destinado a
relanzar el papel del Consejo de Jefes de Iglesias de Irak, organismo
ecuménico creado en 2006, que en los últimos años ha entrado en una fase
de considerable afasia e inactividad.
En junio, según informó la Agencia Fides, el
patriarca Sako había publicado un discurso centrado en las relaciones
ecuménicas en el que destacaba, entre otras cosas, que el camino para
reconstituir la plena unidad entre las Iglesias y las comunidades
eclesiales “no es tan fácil como algunos imaginan”. En ese texto, el
cardenal iraquí reconocía que la cuestión del camino hacia la
reconstitución de la plena unidad sacramental entre los bautizados es
una “cuestión compleja” que no puede tratarse con arrogancia o
sentimentalismo. El Patriarca reconocía también que las Iglesias y las
comunidades eclesiales no pueden ser unificadas por la fuerza, ni pueden
ser despojadas de sus identidades individuales “por decreto”, porque
“la Iglesia no es una mera entidad administrativa”, sino una realidad
íntimamente marcada por su propia e inconfundible naturaleza espiritual.
El modelo histórico e ideal al que mirar - subrayaba Sako, continuando
su reflexión -, sigue siendo el de la Iglesia naciente, tal y como se
relata en los Hechos de los Apóstoles”. En aquella época -señalaba el
cardenal iraquí- la unidad de los bautizados no era un objetivo ideal
que debía alcanzarse mediante esfuerzos y estratagemas humanas, sino que
florecía como efecto gratuito de la fe y la caridad que animaban los
corazones alcanzados por la gracia de Cristo. En su discurso, el
Patriarca caldeo deploraba también el inmovilismo que, en su opinión,
caracteriza a los organismos ecuménicos y a los contactos
intereclesiales en su país, refiriéndose al periodo de desprestigio que
ha vivido en los últimos años el Consejo de Patriarcas y Jefes de
Iglesias de Irak, que se ha puesto aún más de manifiesto al compararlo
con la vitalidad operativa de organismos similares presentes en Egipto,
Jordania y Líbano.