Beirut, LÍBANO (Agencia Fides, 26/07/2021) - Hay que hacer todo lo posible para crear un
nuevo gobierno libanés antes del 4 de agosto, día en que se cumple el
primer aniversario de la terrible explosión que hace un año devastó el
puerto de Beirut, causando casi 200 muertos y más de 6.000 heridos. El
cardenal Béchara Boutros Raï, patriarca de Antioquía de los Maronitas,
ha realizado un llamamiento urgente a los políticos libaneses para que
no dejen pasar esa fecha simbólica sin dotar al país de un nuevo
ejecutivo. Lo ha dicho durante la homilía de la celebración eucarística
que ha presidido el domingo 25 de julio en Diman, en la iglesia de la
residencia patriarcal de verano.
Este llamamiento del patriarca Raï se produce en vísperas de la nueva ronda de consultas políticas entre las fuerzas políticas nacionales y el presidente libanés Michel Aoun, que comienzan hoy, lunes 26 de julio, con el objetivo de identificar a la persona a la que se le confiará el cargo de primer ministro y el mandato de presentar un nuevo equipo de gobierno al parlamento para obtener su confianza. El patriarca maronita ha señalado en su homilía dominical que las consultas debían realizarse sin el “habitual regateo” sobre las prerrogativas de los líderes o grupos individuales. Añadiendo que si los políticos no han conseguido reconstruir adecuadamente la dinámica y las responsabilidades de la catástrofe del Puerto, un año después de ese sangriento acontecimiento deberían al menos sentirse en el deber de dar al pueblo libanés un nuevo gobierno.
En el complejo sistema político e institucional del Líbano, el cargo de
primer ministro debe ser ocupado por un musulmán suní. En agosto de
2020, tras la trágica explosión en el puerto de Beirut, el gobierno
dirigido por el primer ministro Hassan Diab presentó la dimisión. Desde
entonces, el país, que se enfrenta a la crisis económica y social más
grave de las últimas décadas, está sin ejecutivo. Hace seis semanas, el
candidato designado Saad Hariri, líder del Partido “Futuro”, también
dimitió. Según informan los medios de comunicación libaneses, en los
últimos días han aumentado las posibilidades de ver el cargo de nuevo
primer ministro libanés confiado a Najib Mikati, el empresario que ya ha
dirigido el gobierno del País del Cedro en dos fases recientes de la
vida política libanesa (de abril a julio de 2005 y luego de junio de
2011 a marzo de 2013). Mikati, gracias a sus actividades en el campo de
las telecomunicaciones, aparece constantemente en las listas de los
hombres más ricos del país, y su riqueza personal se acredita en más de
2.000 millones de dólares. En los últimos días, su candidatura ha
recibido el apoyo de tres ex primeros ministros suníes y de varias
fuerzas políticas libanesas. Analistas locales, consultados por la
Agencia Fides, señalan, sin embargo, que la candidatura de Mikati -que
en el pasado ha sido acusado de haber utilizado recursos públicos para
financiar sus propias iniciativas empresariales privadas- no contaría
con el apoyo de varios partidos dirigidos por líderes cristianos, como
el Movimiento Patriótico Libre (fundado por el actual presidente Michel
Aoun) y las Fuerzas Libanesas. El juego que se está desarrollando en
torno a la designación de Mikati podría remodelar las filas del
complicado y siempre accidentado escenario político libanés.
Representantes del Movimiento Patriótico Libre y de las Fuerzas
Libanesas, que siempre han estado en bandos opuestos, han expresado en
las últimas horas señales convergentes de apoyo a la figura del
diplomático y jurista, Nawaf Salam, como potencial premier, como
alternativa a Mikati. Salam, a lo largo de su carrera diplomática, ha
sido también representante de Líbano en las Naciones Unidas, y tiene
fama de ser una persona que goza del favor de los círculos políticos
estadounidenses. Precisamente por ello, es poco probable que su
candidatura reciba el apoyo del Partido Hezbolá, importante fuerza
política aliada, desde hace tiempo, del Movimiento Patriótico Libre. Las
desavenencias y los posicionamientos de las distintas fuerzas políticas
en el proceso de dotar al país de un nuevo gobierno podrían también
poner en tela de juicio las alianzas consolidadas que han contribuido en
los últimos años a configurar y condicionar los escenarios políticos en
Líbano.