Niamey, NÍGER (Agencia Fides, 27/07/2021) – “Las mujeres de la comunidad rezan para que el
sol no se ponga, para que la luz se quede el mayor tiempo posible,
porque ahora tienen miedo de la oscuridad”, dice a la Agencia Fides el
P. Mauro Armanino, misionero de la Sociedad de Misiones Africanas (SMA)
de Níger. “Así lo decía también Michel, antiguo cocinero manitas del P.
Pierluigi en Bomoanga”, recuerda el P. Mauro, refiriéndose al P.
Pierluigi Maccalli, el hermano de las SMA secuestrado por los yihadistas
en Bomoanga, en la frontera con Burkina Faso, la noche entre el 17 y el
18 de septiembre de 2018, y liberado el 8 de octubre de 2020 en Malí.
El P. Mauro señala que, por la noche, se llevaron a su líder espiritual
(el padre Luigi) y ahora, en plena noche, han volado el pilón de la
compañía telefónica MOOV. “Ha ocurrido el día de la fiesta de Tabaski,
el martes pasado, cuando todavía era de noche. Dinamitaron la base de la
antena metálica y destruyeron los accesorios que permitían a los
habitantes de la zona comunicarse entre sí y mantener el contacto con el
mundo exterior”.
El P. Mauro señala que “a pesar de la presencia de una base militar en
la zona, los yihadistas, por ser precisamente ellos, han inutilizado
otras dos antenas de telefonía”. Desde hace aproximadamente un mes,
tanto la antena de Tangounga como la de Tambole corren la misma suerte
que la de Bomoanga. La pista de 35 kilómetros que permitía el paso de
personas y mercancías entre Bomoanga y Ngoula también ha sido prohibida
por el mismo grupo terrorista armado, impidiendo a los agricultores ir
al mercado. “Es el mercado que permite a los agricultores intercambiar
sus productos y así sobrevivir en la época llamada ‘soudure’. Es la
época de transición entre el agotamiento de las existencias de alimentos
en los graneros y el momento de la nueva cosecha. El bloqueo de los
mercados aumenta la pobreza de los pobres”, afirma el padre Mauro.
“Los cristianos de la parroquia de Bomoanga rezan en los patios de sus
casas y son los animadores, formados durante años, que dirigen la
oración. Reunirse en las iglesias es peligroso porque la mayoría de las
comunidades han sido amenazadas bajo pena de muerte o destrucción de sus
pueblos. Michel agradece que en los últimos tiempos no haya
desaparecido ni muerto nadie. Reconoce que vivir en ese estado de
tensión permanente se ha convertido en algo difícil para la salud y la
moral general. Es difícil hacer planes que no sean esperar a que todo
termine un día. Las mujeres rezan para que el sol no se ponga nunca”,
concluye el padre Mauro.