jueves, 15 de julio de 2021

El Papa Tawadros: el dinero, los medios de comunicación y el marketing de las grandes empresas son hoy los verdaderos “amos del mundo”

El Cairo, EGIPTO (Agencia Fides 15/07/2021) - El estado actual del mundo está dominado por tres “poderes globales” que no se identifican con los gobiernos y los aparatos políticos, sino que alimentan las guerras y los conflictos violentos según sus propios intereses, mientras moldean los sentimientos y la voluntad de los individuos y las multitudes con sofisticados instrumentos de manipulación que no tienen precedentes en la historia. Esta descripción realista y a la vez insólita de los verdaderos factores de poder que dominan la escena mundial ha sido propuesta en la tarde del 14 de julio por el papa Tawadros II, patriarca de la Iglesia Copta Ortodoxa, durante el tradicional encuentro de catequesis de los miércoles que ha celebrado en la catedral Copta Ortodoxa de El Cairo.
 

En su catequesis sobre la carta de San Pablo a los Filipenses, el patriarca llama la atención sobre las palabras utilizadas por el Apóstol de los Gentiles para describir la humanidad de su tiempo, a la que calificó de “generación perversa y degenerada”. Hoy -reconoce el papa Tawadros- el Santo Apóstol martirizado en Roma probablemente utilizaría la misma expresión ante los pecados, los conflictos y los fracasos que marcan el tiempo actual. Un tiempo sin paz, dominado, según el patriarca, por tres “maestros” tan omnipresentes como difíciles de identificar con personas y siglas únicas de poder.
 

El mundo -continua el Patriarca- está dominado sobre todo por el dinero, que se mueve en el mundo a través de los nuevos y formidables mecanismos de las finanzas especulativas. Una dominación –recuerda el Papa Tawadros- prefigurada en el Evangelio por el propio Cristo, cuando el Hijo de Dios dijo a sus discípulos que ‘nadie puede servir a dos señores, porque o bien odiará a uno y amará al otro, o bien tendrá consideración por uno y desprecio por el otro. No podéis servir a Dios y a Mammón’ (Mt 6,24).
 

“Poder disponer de recursos económicos”, añade el patriarca, alejándose del rigor ideológico y del pauperismo esotérico y moralista, “puede ser una bendición de Dios”, y ha habido muchos santos incluso entre los ricos. Pero es un hecho objetivo -señala el primado de la Iglesia Copta Ortodoxa - que es el dinero el que mueve y alimenta las guerras y los conflictos que tiñen el mundo de sangre”.
 

Otro factor que ejerce un poder predominante en el estado actual del mundo ha sido identificado por patriarca en el marketing de las corporaciones, las grandes empresas multinacionales que con sus redes omnipresentes han creado una nueva “oligarquía global” capaz de ejercer una dominación sobre la vida de los hombres y mujeres que ahora es mucho más efectiva e invasiva que la que representan las políticas de los gobiernos y regímenes. Al poder abrumador de las empresas, el patriarca añade el poder de los medios de comunicación, por afinidad y solapamiento parcial, especialmente en la versión que representan hoy las redes sociales y quienes dominan la esfera digital, capaces de acumular beneficios estratosféricos mientras manipulan los cerebros y las conciencias de multitudes de "usuarios", dictando nuevas reglas de comportamiento para todos e imponiendo nuevos ídolos y tabúes "de masas".
 

“En este mundo”, añade el Patriarca, “los cristianos están llamados a confesar y dar testimonio de la liberación del Evangelio”.
 

Frente a las condiciones actuales del mundo, el Papa Tawadros invita a reconocer como todavía válidas las sugerencias de San Pablo en su Carta a los Filipenses: incluso en el tiempo de lo que él llamaba una “generación perversa y degenerada”, el Apóstol de los Gentiles invitaba a sus hermanos a liberarse de la recriminación y los lamentos por los malos tiempos, confiando sólo en la gracia de Cristo, que puede acompañar a cada hombre y a cada mujer en el camino de la vida, incluso en los momentos difíciles, abarcando de manera inimaginable las expectativas de felicidad y salvación con las que está entretejido el corazón del ser humano, incluso cuando está enterrado bajo el manto del olvido y desfigurado por la maldad de los pecados propios y ajenos.