Caracas, VENEZUELA (Agencia Fides 28/10/2021) – “Familia y educación: una tarea común” es el
título del mensaje publicado por la Comisión Episcopal para la Familia y
la Infancia y por la Comisión Episcopal para la Educación Universitaria
y Pastoral, con motivo del inicio del año escolar 2021-2022 en
Venezuela, que este año será presencial tras un largo período en el que
las lecciones habían sido interrumpidas debido a la pandemia. “Esta
crisis, con implicaciones económicas, culturales y sociales, nos lleva a
pensar que estamos ante una nueva crisis antropológica”, escriben los
obispos en la introducción de este texto enviado a la Agencia Fides, que
recuerda además las dificultades que afronta la familia y el gran
compromiso creativo de la escuela venezolana, - pública y privada-, para
seguir brindando a los jóvenes otras posibilidades educativas.
En el mensaje, dividido en 6 puntos, destaca, en primer lugar, que la
realidad no se puede ocultar: “Estamos inmersos en una profunda crisis
pandémica que ha actuado como detonador de otras situaciones que agravan
los males de nuestra sociedad”. El número de infecciones por Covid-19
sigue siendo alto entre la población venezolana lo que pone de
manifiesto que “los esfuerzos en la vacunación no han sido suficientes”
ya que los maestros, el personal de los centros y los estudiantes
deberían estar todos ya vacunados. También se observa que el alto coste
de vida ha provocado un creciente absentismo escolar, ya que cada vez
son más los niños que trabajan o mendigan por las calles de la ciudad.
También se ha deteriorado el nivel de educación universitaria.
“No escondemos nuestra gran preocupación por el inicio del nuevo curso
escolar. Para retomar las lecciones presenciales, inmersos todavía en
esta pandemia, se recomienda que la incorporación a las aulas sea
progresiva, escalonada y diversificada, teniendo en cuenta las
preocupaciones de familias, sindicatos y sectores educativos”. Reiteran
que el inicio de lecciones es necesario, ya que “sin educación tendremos
un país sin oportunidades”. El mensaje destaca que en todo caso “es
necesario tener tiempo para permitir planificar el uso correcto de los
recursos existentes, con responsabilidad y creatividad”.
El tercer párrafo está dedicado “a los maestros venezolanos, héroes no
reconocidos”, que son “víctimas de la compleja crisis humanitaria que
vive nuestro pueblo”. “Sin ellos no hay educación”, subrayan. “Hoy el
maestro se siente subestimado, desamparado, desmotivado, humillado y
bajo presión, por lo que es necesario salir de esta situación cuidando a
los docentes, asegurándoles salarios dignos, seguridad social, atención
médica, oportunidades de aprendizaje permanente, así como un ambiente
laboral sano, confiable y seguro. Todos tenemos que luchar por unas
condiciones educativas de calidad: es el entorno donde se forman
nuestros hijos”, prosigue el mensaje.
“La familia venezolana ha experimentado progresivamente un deterioro en
la calidad de vida, por lo que muchos niños y jóvenes se han visto
obligados a abandonar sus estudios y a trabajar o mendigar. Muchas
familias se han visto tocadas por la emigración y la educación a
distancia debido a la pandemia de coronavirus ha puesto de relieve la
falta de apoyo familiar dando como resultado malas calificaciones de los
estudiantes. A pesar de todo, permanece la convicción de que la familia
es la base de la construcción del tejido social, en ella reside el
germen de un nuevo Pacto Educativo”, indica el texto.
La parte final reafirma el compromiso de la Iglesia de iluminar con la
luz de la palabra de Dios “la realidad de la educación venezolana, para
que sea integral y de calidad”, respondiendo a la invitación del Papa
Francisco a un Pacto Educativo Global: “Como católicos, asumamos el
compromiso y la responsabilidad de hacer viva la vocación educativa de
la sociedad, invitando a todos a dar más y lo mejor, para que la
educación sea un antídoto natural a la crisis globalizada”.