Hakha, MYANMAR (Agencia Fides, 22/10/2021) - Los militares de Myanmar devastaron una iglesia
bautista tras atacar la aldea de Tlang Rua en la diócesis de Hakha, en
el estado birmano de Chin, en la zona noroeste de Myanmar, y luego
acamparon dentro de la iglesia. Según ha sabido la Agencia Fides, en el
ataque al pueblo, que tuvo lugar el 19 de octubre, también quemaron 12
casas. Cuando los lugareños se enteraron de la llegada del ejército a la
zona, más de 1.200 habitantes de la zona huyeron al bosque, donde ahora
se esconden, soportando las fuertes lluvias y el frío. El pastor
bautista Rev. Thawng estigmatiza “la violencia ciega de estos actos
contra la población civil, justificados con incursiones contra los
rebeldes” y, al constatar que estos actos contra las Iglesias se repiten
con frecuencia, afirma que “los militares de Myanmar se han convertido
en ladrones y terroristas”. “No ha muerto nadie, pero es un acto que hay
que condenar enérgicamente, es un comportamiento cobarde,
fanático y antirreligioso de los militares”, señala a la Agencia Fides
el sacerdote católico P. Francis Suan, que vive en las cercanías.
Los actos de violencia se produjeron pocos días después del incendio de
todo un pueblo, incluida una iglesia baptista, en la localidad de
Rialto, en Chin, el 13 de octubre. Los recientes episodios en los que se
han visto implicados pastores cristianos, aldeas y lugares de culto
están planteando dudas en la comunidad de creyentes de Myanmar. El padre
Noel Hran Tin Thang, un sacerdote birmano, ha dicho a la Agencia Fides:
"En el ambiente general de violencia, vemos ataques a las iglesias
cristianas, pero ninguna destrucción de pagodas budistas. ¿Por qué? Los
miembros de las fuerzas de resistencia son birmanos de todas las
religiones y grupos étnicos. ¿Por qué esta furia contra los
cristianos?".
Los fieles recuerdan que el mes pasado los soldados de Myanmar mataron a
Cung Biak Hum, un pastor bautista de 31 años, cuando se apresuraba a
ayudar a apagar un incendio causado por un bombardeo militar en el
estado de Chin. Su cuerpo también fue
brutalizado. Ha habido una veintena de episodios documentados por grupos
de derechos humanos, medios de comunicación y personal de la Iglesia en
los que las iglesias cristianas, los líderes de la Iglesia y los
voluntarios han sido alcanzados o han quedado atrapados en el fuego
cruzado: lugares de culto alcanzados por misiles, párrocos y fieles
detenidos, iglesias utilizadas como bases militares. El ejército suele
justificar los ataques a las iglesias alegando que los rebeldes se
esconden en los edificios.
Los católicos y otras personas tienen miedo, temiendo represalias
selectivas contra las comunidades cristianas, y por ello temen acudir a
las iglesias para las liturgias. Mientras continúan los enfrentamientos
entre el ejército regular y las fuerzas de resistencia (Fuerzas
Populares de Defensa), suelen ser sacerdotes como el padre Celso Ba
Shwe, administrador apostólico de Loikaw, en el estado de Kayah, quienes
se acercan a la gente para dar consuelo y esperanza, yendo a los
distintos barrios para llevar los sacramentos. "Siguiendo las huellas
del Buen Pastor, salimos a dar alimento espiritual, consuelo,
solidaridad, en nombre de Cristo", dice el padre Celso a Fides.
“Desde el comienzo de la crisis política y social, las Iglesias han dado
cobijo a las personas que huyen del conflicto, según una labor de
acogida y ayuda humanitaria", explican a la Agencia Fides sacerdotes y
religiosos locales, además de ofrecer asistencia sanitaria, en muchas
iglesias, hospitales, dispensarios, instalaciones cristianas como la
conocida "Clínica de la Compasión" de Loikaw.
Hay que tener en cuenta que los cristianos de Myanmar (alrededor del 6% de la población, el 90% de la cual es budista) proceden principalmente de zonas de minorías étnicas y por ello sufren una larga hostilidad por parte del ejército, tanto por su etnia como por su religión. La mayoría étnica Bamar, predominantemente budista, prevalece en la política y en el ejército, y en el pasado la promoción cultural y social del nacionalismo religioso (de la marca Bamar-Budista) ha marginado y penalizado a las minorías.
Según el último censo de 2016, los cristianos de Myanmar se concentran
principalmente en los estados de Chin, Kayah y Kachin. En el estado de
Chin (al oeste, en la frontera con la India) cerca del 85% de los
478.000 residentes son cristianos; en Kayah (en la frontera con
Tailandia, al sureste) el 46% de los 286.000 residentes se declaran
cristianos; en el estado de Kachin, en el extremo norte de Myanmar, en
la frontera con China, el 34% de los 1,6 millones de residentes son
cristianos.
La violencia militar contra las minorías cristianas forma parte de una
ofensiva más amplia contra el movimiento de resistencia, extendido por
todo el país, que está poniendo a prueba a la población. Las Naciones
Unidas han afirmado que 3 millones de mujeres, niños y hombres necesitan
urgentemente asistencia y protección en el Myanmar post-Golpe debido al
conflicto, la inseguridad alimentaria, las catástrofes naturales y la
pandemia de Covid-19.