Bangui, REPÚBLICCA CENTROAFRICANA (Agencia Fides 29/12/2021) – “La misión de los hermanos carmelitas descalzos
en Centroáfrica acaba de cumplir cincuenta años. Los cuatro primeros
misioneros, el padre Agostino Mazzocchi, el padre Niccolò Ellena, el
padre Marco Conte y el padre Carlo Cencio, llegaron a Bozoum el 16 de
diciembre de 1971. Fue el incipiente y discreto comienzo de nuestra
misión y, en cierto sentido, de un nuevo capítulo, de una historia que
comenzó siglos antes”. El padre Federico Trinchero, misionero carmelita
en Bangui, lo explica así a la Agencia Fides con motivo de las
celebraciones por este Jubileo.
“Las misiones en África fueron un gran deseo de santa Teresa de Ávila”,
subraya el padre Federico, recordando las palabras de la santa que son
el lema de este aniversario: “Me gustaría viajar por la tierra y
anunciar el Evangelio”. Poco antes de su muerte, cinco misioneros
carmelitas descalzos partieron de Lisboa rumbo a la costa del Congo.
Desafortunadamente, debido a una tormenta, la expedición naufragó y
todos los misioneros murieron. Siguieron otros intentos fallidos. No fue
hasta la época colonial cuando se lograron plantar las primeras
semillas en esta parte de África. Sin embargo, los primeros en llegar no
fueron los frailes, sino las religiosas en 1934 al Congo.
Posteriormente, en 1956, sus hermanos también llegaron a este país y después el Carmelo se extendió por todo el continente.
La misión de Bozoum fue fundada en realidad por los padres espiritanos
franceses, los evangelizadores de África Central, en 1929. Más tarde, en
los años cuarenta, llegaron los capuchinos de Saboya y luego los de
Génova, que en siglos pasados habían sido enviados en misión en India,
Persia y Siria. El Padre Provincial de la época, Teodoro Brogi, fue el
gran impulsor de la apertura de la misión carmelita en Centroáfrica.
Antes de emprender esta empresa en la que no faltaron obstáculos,
preguntó cuántos frailes estaban realmente dispuestos a partir. Todos
los frailes, excepto uno, respondieron afirmativamente.
Entonces, el 7 de diciembre de 1971, el cardenal Giuseppe Siri entregó
el crucifijo a los cuatro que se iban. El 12 de diciembre, en el
aeropuerto de Niza, los misioneros se embarcaron en un DC-8 que los
llevó a Fort-Lamy, en Chad. Y desde aquí, viajando nuevamente en avión y
luego en automóvil, llegaron a Bozoum donde según las crónicas del 16
de diciembre de ese año “besaron el suelo sobre el que derramarían el
sudor de su labor apostólica”. Comenzaron por aprender el sango, el
idioma con el que anunciarían el Evangelio. A lo largo de estos 50 años,
la misión ha ido creciendo y muchos misioneros han pasado el testigo,
no solo a italianos, que han continuado con igual pasión y dedicación la
obra iniciada por los primeros cuatro hermanos.
“El 19 de diciembre nos encontramos en Bozoum para dar gracias a Dios, -
explica el padre Federico -. Nuestra alegría era grande, no solo por la
presencia de muchos fieles, sino también por el don de dos nuevos
sacerdotes: fray Martial y fray Jeannot -Marie. Después nos trasladamos a
Bouar, la misión donde viví mis primeros cinco años en África, para una
reunión de dos días en la que pudimos hacer balance de estos cincuenta
años y planificar los próximos cincuenta en compañía, a estas alturas,
de muchos jóvenes cohermanos nativos”. “Pasé la Navidad por primera vez en Yolé con nuestros 75 seminaristas.
Todos los viernes de Adviento comían una comida más frugal para poder
repartir en Nochebuena el fruto de sus sacrificios: arroz, café, azúcar,
dulces y jabón a 250 pobres. Después se cantaban las canciones más
bonitas en la Misa, se usaban los mejores platos en la mesa y se
celebraba con los bailes más largos alrededor del fuego, porque el Rey
está entre nosotros. Nuestros primeros cuatro misioneros no se habrían
atrevido a soñar tanto cuando llegaron hace cincuenta años precisamente
en Nochebuena. Sin embargo, su valentía permitió que el sueño se hiciera
realidad”, concluye el misionero carmelita.