Manila, FLIPINAS (Agencia Fides, 20/12/2021) - La Iglesia católica de Filipinas se está
movilizando para ayudar a los millones de personas afectadas por el
reciente súper tifón "Rai", llamado localmente "Odette", y está
preparando una Navidad de plena y profunda solidaridad. "En este tiempo
de tragedias como los desastres causados por el tifón Odette en Visayas y
Mindanao, necesitamos mantener vivo en nuestra conciencia el espíritu
de amor, el espíritu de solidaridad con los que sufren", escribe en un
mensaje Mons. Pablo Virgilio David, Presidente de la Conferencia
Episcopal de Filipinas (CBCP). La Iglesia ha decidido que los días 25 y
26 de diciembre se vivan como jornadas nacionales de oración por las
familias afectadas por el tifón "Odette", según ha comunicado la
Conferencia Episcopal a todas las diócesis.
El obispo David, que dirige la diócesis de Kalookan, afirma que el Fondo
de Solidaridad Alay Kapwa se utilizará para la respuesta de emergencia
en las comunidades católicas. "Animamos a todo el mundo a remitir todas
las colectas a Cáritas, que se encargará de planificar y ejecutar
nuestra respuesta global", añade. "Que esta temporada nos proporcione
más oportunidades para realizar actos constantes de Alay Kapwa (auto
ofrenda)", afirma.
El Secretariado Nacional de Acción Social (NASSA), que es la Cáritas de
Filipinas, está movilizando actualmente los esfuerzos de ayuda para las
diócesis más devastadas, informa Mons. David, expresando la esperanza de
que "respondamos con generosidad".
Varias diócesis de las islas Visayas han sufrido graves daños por el
tifón Odette. Entre ellas se encuentra la diócesis de Tagbilaran. En una
declaración recibida por la Agencia Fides, el obispo Alberto Sy Uy, de
la diócesis de Tagbilaran, ha declarado: "Nuestra provincia de Bohol
está muy devastada por el supertifón Odette. Según los primeros
informes, los techos de las casas y las infraestructuras han sufrido
graves daños, incluidas nuestras iglesias y conventos; los cultivos han
sido arrancados; las conexiones eléctricas han sido interrumpidas, así
como el suministro de agua. El número de posibles víctimas está aún por
determinar".
Se ha emitido una alerta humanitaria: muchas de las personas afectadas por esta catástrofe se encuentran en condiciones miserables y necesitan desesperadamente alimentos, agua, ropa, refugio temporal y medicamentos. Están confinados en sus ciudades y pueblos, ya que la mayoría de las redes de carreteras están cortadas. Además, las líneas de comunicación son muy difíciles en este momento y la gente tiene dificultades para llegar a las comunidades afectadas.
El obispo Alberto Sy Uy añade: "Dada nuestra grave situación, les
pedimos humildemente que hagan donaciones monetarias, incluyendo bienes
de diversos tipos. Con un número creciente de víctimas, muertos, heridos
y desplazados, necesitamos ayuda urgente. Les pedimos que sigan rezando
por nosotros".
El Arzobispo de Cebú, Mons. José S. Palma, también ha pedido a todo el
mundo que muestren solidaridad concreta con los afectados por el tifón.
En algunas parroquias del sur de Cebú, los postes eléctricos y los
restos de los árboles siguen tirados en las carreteras. La gente hace
largas colas para conseguir agua y gasolina. En el sur de Cebú faltan
electricidad y comunicaciones. La mayoría de las familias están
afectadas por el tifón: la gente necesita alimentos, agua potable y kits
de higiene.
El P. Antonio Labiao, Secretario Ejecutivo de Cáritas Filipinas, dice a
la Agencia Fides que varias diócesis de las regiones de Visayas y
Mindanao (en el sur de Filipinas) están muy afectadas por el tifón y que
"necesitan urgentemente refugio, alimentos, agua y medicamentos". Según
una primera y rápida evaluación, hasta 10 diócesis han sido devastadas
por el tifón. Entre ellas, la archidiócesis de Cebú y las diócesis de
Tagbilaran, Maasin y Surigao que están "gravemente dañadas".
"Celebremos el nacimiento de Cristo con nuestra caridad, misericordia,
compasión y generosidad", ha dicho, dirigiendo el llamamiento a la
solidaridad a todos los fieles, para recordar "a las familias y en
particular a los niños afectados por el tifón Odette". Ayer, 19 de
diciembre, varias diócesis realizaron una colecta especial durante las
misas dominicales para aumentar la respuesta de la Iglesia.
El Consejo Nacional para la Reducción y Gestión del Riesgo de Desastres
(NDRMMC) ha comunicado que más de 1,8 millones de personas se han visto
afectadas por Odette. Hasta el 20 de diciembre, la Policía Nacional de
Filipinas ha declarado que al menos 208 personas han perdido la vida a
causa del tifón Odette. Más de 239 personas resultan heridas, mientras
que 52 estan desaparecidas.
Según la Cruz Roja filipina, las secuelas del tifón son de "destrucción
total" en las zonas costeras, con "casas, hospitales, escuelas y
edificios comunitarios destrozados".
Odette se intensificó hasta convertirse en un "súper tifón" antes de tocar tierra en la isla de Siargao, en Surigao del Norte, el 16 de diciembre, obligando a una evacuación masiva en las zonas bajas. Con vientos máximos sostenidos de hasta 195 km, el decimoquinto tifón que ha entrado en Filipinas este año ha desplazado a miles de familias y también ha interrumpido las líneas eléctricas y de comunicación.
Los observadores comparan a Odetto con el súper tifón Haiyan, que en 2013 dejó más de 7.300 muertos y desaparecidos.
Filipinas, que figura entre las naciones más vulnerables del mundo a los
efectos del cambio climático, sufre una media de 20 tormentas y tifones
al año.