Samarcanda, UZBEKISTÁN (Agencia Fides, 28/12/2021) – “En Uzbekistán se nota todavía la tradición
soviética que reconoce el Año Nuevo como la fiesta más importante de
este período. Nosotros hemos tratado de transmitir la importancia de la
Navidad a todos. Para ello, nos preparamos de la mejor manera posible,
prestando especial atención a la Vigilia del 24 de diciembre y la Misa
del 25 de diciembre. Al mismo tiempo, miramos el nuevo año con gran
esperanza y tenemos grandes expectativas para el 2022. El párroco y yo
somos dos misioneros que trabajamos como si estuviéramos al servicio de
una comunidad de 10.000 feligreses, aunque en realidad solo tenemos
treinta”. Así lo explica a la Agencia Fides el padre Ariel Alvarez
Toncovich, sacerdote del Instituto del Verbo Encarnado y pastor de la
iglesia de San Juan Bautista en la ciudad uzbeka de Samarcanda.
El misionero subraya que el reducido número de fieles no es un motivo de
desaliento: “Somos conscientes de que aquí en Samarcanda no estamos
llamados a trabajar con multitudes de creyentes, por eso, ponemos todos
nuestros esfuerzos a la hora de organizar iniciativas, aunque sea para
una sola persona. Hace unos días, por ejemplo, tuvimos una tanda de
ejercicios espirituales a los que solo asistió una joven. Realmente
valió la pena porque fue una oportunidad para que ella profundizara en
su espiritualidad. Igualmente, todos los años nos sentimos más que
satisfechos si llegamos a celebrar un bautismo. Este año celebramos
cuatro, así que el balance es realmente positivo. Nuestra comunidad es
pequeña pero viva; estamos seguros de que seguirá creciendo, porque
después de la reparación del edificio parroquial, los habitantes de
Samarcanda vienen a visitarlo con más frecuencia”.
Precisamente acaba de finalizar la segunda parte de las obras de
restauración de toda la estructura parroquial. El interior de la iglesia
fue reformado desde junio hasta finales de agosto de 2021 y en las
últimas semanas se han puesto a punto las instalaciones exteriores, como
el patio y los espacios destinados al oratorio: “La iglesia está
considerada un monumento histórico de la ciudad y atrae a muchos
turistas, por eso hemos hecho el exterior más digno, para que quienes se
acerquen se sientan acogidos. Lo que faltan ahora son las campanas,
retiradas en 1974. Nuestro deseo para el próximo año es hacer sonar de
nuevo la voz de Dios desde la iglesia de la ciudad”, concluye.
Después de pasar 8 años en una misión en Kazajstán, el padre Álvarez fue
enviado a Samarcanda junto con su hermano, el padre Paolo Giacinti, con
el objetivo de relanzar la actividad pastoral en la parroquia local.
Además de la de Samarcanda, en Uzbekistán hay otras cuatro parroquias y
unos 3.000 bautizados. Hay unos 700 fieles presentes en la capital
Tashkent, además de otros tantos en Bukhara, Urgench y Fergana. En
Angren, donde hay en marcha un plan para construir una nueva iglesia,
hay 25 fieles. La población uzbeka, compuesta por 30 millones de
habitantes de los que el 90% es musulmán. Aproximadamente el 3,5%
profesan la fee cristiana ortodoxa rusa, mientras que el otro 3% incluye
pequeñas comunidades cristianas de otras denominaciones, incluidos los
católicos.