CIUDAD DE MÉXICO (Agencia Fides, 07/12/2018)) - Los niños de la calle son
"invisibles: nadie los ve", explica el padre Francisco Crisanto,
sacerdote diocesano al frente de la "Fundación San Felipe de Jesús"
(FSFJ), que hace años reorganizó la obra "Hogares Providencia" del
sacerdote escolapio español Chinchachoma. "Hacerlos visibles fue su gran
mérito", dice el padre Cristanto. Apenas llegó a México, el padre
Chinchachoma estableció contacto con los niños de la calle. Venían de la
provincia y dormían en parques, en terrenos abandonados, en estaciones
de autobuses, debajo de puentes. El padre Chinchachoma "se acercó a
ellos con respeto, con afecto, los abrazó, los llamó por su nombre". Así
es como creó Hogares Providencia.
El padre Crisanto los recibió por más de un año después de la muerte de
Chinchachoma. Anteriormente, él mismo había fundado la "Fundación San
Felipe de Jesús" para niños de la calle, a petición de una parroquia.
"Me conmovió ver venir a los niños: estaban sucios, drogados...". Así
comenzó la Fundación que tomó el nombre de la parroquia donde fue
creada, "una parroquia muy pobre, cerca de la estación central de
autobuses. Un lugar ideal para los niños de la calle. Pero no los había
visto antes", asegura el sacerdote.
Los primeros 15-20 niños dormían en los bancos y en el atrio de la
iglesia... hasta que, gracias a los familiares del famoso comediante
"Cantinflas" (Mario Moreno) y a su fundación fue posible establecer un
comedor. En 1999 el padre Crisanto asumió la dirección de los Hogares
Providencia del difunto Padre Chinchachoma, que en ese momento albergaba
a 144 niños y jóvenes en 14 casas, que en el momento de su renuncia se
habían convertido en 17, con 200 invitados. Cuando volvió a dirigir la
FSFJ, "la realidad había cambiado".
"Hoy en día trabajamos principalmente en la prevención, porque ya casi
no hay más niños en las calles. En la Ciudad de México hay menos de mil,
mientras que en la época eran 6 mil. Ahora se detienen en las ciudades
de provincia, y los que están en la calle, usualmente, tienen una
familia a cuya casa regresan por la noche, aunque sufran de pobreza
afectiva, emocional y moral. La mayoría de ellos trabajan. Muchas son
reclutados por las mafias, a menudo, para la prostitución. "Son buenos
chicos, limpian los parabrisas en los semáforos o hacen otros
trabajitos. Y llevan el dinero a casa", explicó don Francisco.
La Fundación apoya a un miles de menores, con terapia psicológica,
actividades deportivas y artísticas; y les ayuda a "desarrollar la
resiliencia para hacer frente a las dificultades. Sobre todo, como decía
el padre Chinchachoma, les damos lo que más necesitan: amor y atención,
sin los cuales son víctimas de las drogas, el alcohol y de la
violencia". La amenaza de la delincuencia ha puesto en peligro a la
Fundación: hace un tiempo un educador fue secuestrado y otros dos
golpeados, a raíz de la denuncia contra un falso centro de
rehabilitación que reclutó a niños y los obligó a trabajar.
El personal de la FSFJ sale a buscar a los niños y los lleva a la
Fundación donde intentan integrarlos en el sistema educativo. "También
vamos a la escuela para ayudar a los que tienen dificultades para
integrase y para trabajar en la prevención de la adicción". Sin embargo,
la joya de la corona es un programa de apoyo a los abuelos, que
sustituyen cada vez más a los padres -quienes trabajan todo el día, en
una ciudad de distancias inmensas - en el cuidado de los nietos. "Está
funcionando muy bien. Es un acompañamiento ocupacional y emocional. Se
sienten más lúcidos y presentes, y su salud también ha mejorado.
La Fundación se sostiene gracias a las donaciones de productos que vende
a terceros. Las ayudas estatales han disminuido con la crisis
económica, pero el padre Cristanto tiene la esperanza de que el nuevo
gobierno, como prometió el Presidente a los actores sociales, contribuya
a buscar soluciones conjuntas. En 20 años, la Fundación San Felipe de
Jesús ha atendido a más de 13 mil niños y adolescentes de la calle. En
la actualidad, opera en los distritos con mayor presencia de menores
vulnerables, en los centros escolares y en los centros de día.