Puerto Príncipe, HAITÍ (Agencia Fides, 11/12/2021) – “¿Cómo puede vivir un pueblo de 12 millones de habitantes a pesar de la catástrofe natural que el 14 de agosto de 2021 devastó las ciudades del sur de Haití, pero aún más las aldeas de las montañas circundantes, con miseria atávica y hambre, además de la violencia que dura desde hace varios años, el asesinato del Presidente de la República y la floreciente industria del secuestro combinada con las bandas armadas que gobiernan en todas partes? El padre Antonio Menegón, misionero camilo, MI, escribe sobre el hecho de que en los últimos meses la violencia de las bandas criminales ha aumentado de forma desmesurada y de hecho "gobiernan" el país. “Hombres, mujeres y niños aplastados y oprimidos por la adversidad que, en cuanto intentan levantar la cabeza, son inmediatamente arrojados de nuevo a tierra. Así incluso la esperanza encuentra dificultades para sobrevivir”, subraya el misionero, que también es presidente de la organización sin ánimo de lucro Madian Horizontes de los MI.
“Nuestros Misioneros, que en estos 25 años siempre han estado al lado de
la población que se enfrenta a todo tipo de adversidades, han tenido
que hacer un esfuerzo excepcional en los últimos meses para hacer frente
a la emergencia humanitaria provocada por el terremoto y la violencia.
En Jérémie, se encontraron con pueblos enteros destruidos y totalmente
aislados, y con la falta de cualquier respuesta institucional, por lo
que tuvieron que organizar dispensarios de campo y clínicas móviles
capaces de llegar a las poblaciones afectadas de forma directa y
rápida”.
P. Menegon añade que el hospital Foyer Saint Camille de Puerto Príncipe
ha sido uno de los principales centros donde los misioneros han acogido a
los traumatizados y heridos por el terremoto. “Desde el principio
iniciamos la reconstrucción, empezando por una escuela, construida en un tiempo récord -en sólo un mes y medio-
como signo de futuro y de esperanza para los niños que serán los hombres
del mañana; e inmediatamente después de la escuela comenzó la
construcción de viviendas, para los que lo han perdido todo”.
Refiriéndose a la emergencia pandémica mundial, el camilo añade lo
difícil que ha sido este año para todos. “Los camilos hemos reforzado
nuestro compromiso en otros países del mundo tanto en el ámbito de la
salud como en el del apoyo alimentario a las familias: Burkina Faso,
Indonesia, Guatemala”.
“La celebración de la Navidad debe ser un signo de vida, de confianza y
de esperanza”, espera el P. Menegón ante las próximas fiestas. “Debemos
celebrar este signo todos los días, creyendo en el hombre, defendiendo
la vida, ayudando a los que están en la más negra miseria y en la total
desesperación, y esto es lo verdaderamente valioso, esta es la auténtica
celebración que agrada a Dios: celebrar la vida dando esperanza,
enjugando las lágrimas, dando comida a los hambrientos, salud a los
enfermos, cobijo a los sin techo, educación y cultura, bases de una
sociedad civil, trabajo capaz de devolver la dignidad. Todo esto
significa creer en la vida y convertirse en multiplicadores de bondad y
esperanza. Así es la Navidad, pero siempre y sólo al lado no sólo del
niño del pesebre, sino de todos los niños de carne y hueso que tienen el
sacrosanto derecho de vivir una vida digna como todo ser humano. Todos
juntos marcaremos la diferencia. Sólo así Dios estará con
nosotros, a nuestro lado para ayudarnos a no perder el camino del amor,
el único que puede salvarnos”.