sábado, 3 de julio de 2021

Los misioneros de la Consolata junto a niños discapacitados para “promover la dignidad y el desarrollo integral de la persona”

Ali Sabieh, GIBUTI (Agencia Fides, 03/07/2021) – “Tras varios años de intenso trabajo, algunos niños discapacitados han sido admitidos en la escuela primaria y secundaria. Esto es una gran alegría para nosotros, porque antes los niños discapacitados estaban escondidos en chozas, ahora son libres y tienen más confianza, porque pueden aprender a escribir y leer como los demás niños. Sus familias han entendido el significado de esta escuela y ahora también el Gobierno, que quiere crear nuevas instalaciones para este fin”.
 

Lo explica a la Agencia Fides la hermana Dalmazia Colombo, misionera de la Consolata, hablando del proyecto “Una escuela para todos” activo en Yibuti, dedicado a la inclusión y escolarización de niños y jóvenes con discapacidad.
Las hermanas están presentes en Yibuti desde hace doce años: “Abrimos una misión aquí en noviembre de 2009 -cuenta la hermana Dalmazia- para llevar el Evangelio y estar al servicio de los más pobres”. “Actualmente somos cinco hermanas y trabajamos en las áreas de salud, en el hospital local, y de formación. En esta área -continúa- estamos involucradas en la escuela de costura, que ofrece a las jóvenes y a las madres, además de programas específicos, cursos de alfabetización, para darles la oportunidad de crear un futuro y mantener a sus familias con dignidad. También colaboramos con la diócesis para ofrecer formación a quienes, por diversas razones, no han podido acceder a la escuela pública”.
 

En Yibuti, muchos niños discapacitados no pueden ir a la escuela: sólo entre el 5 y el 10% se matriculan en cursos regulares. El resultado es que no más del 5% de los adultos discapacitados son capaces de leer y escribir correctamente. “Para ayudar a estos niños y jóvenes a tener una vida lo más serena posible -explica la hermana Dalmazia- en 2013, en la diócesis de Ali Sabieh, abrimos este espacio educativo que tiene como objetivos el cuidado, la educación y la rehabilitación de niños con discapacidades o necesidades especiales, en situaciones como la epilepsia, el síndrome de Down, la parálisis cerebral y el autismo”.
 

“A lo largo de estos años – dice la misionera -, muchos niños discapacitados han sido rehabilitados en el centro, algunos de los cuales han vuelto a sus casas, a sus familias, reintegrándose en la sociedad”. En este contexto, las Hermanas Misioneras de la Consolata intentan implicar a las familias mediante la creación de redes, de modo que las familias puedan ayudarse mutuamente: “Así se recrea esa familia ‘extensa’ que es uno de los pilares de la sociedad africana y que funciona como una especie de ‘amortiguador social’ -explica la religiosa - gracias al cual la persona discapacitada nunca está sola y, aunque los padres o los hermanos no puedan ocuparse de ella, sigue encontrando ayuda”. “Nuestro objetivo -concluye- es también transmitir una imagen diferente de la discapacidad, para que la gente entienda que quienes viven con una discapacidad son un recurso y no una vergüenza que hay que ocultar”.