lunes, 29 de agosto de 2011

Ángelus dominical del Papa Benedicto XVI

CASTELGANDOLFO.  A las 12.00 horas de ayer domingo 28 de Agosto, el Santo Padre Benedicto XVI rezó el Ángelus junto con los fieles y peregrinos reunidos en el Patio del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo.

En el Evangelio de hoy, Jesús explica a sus discípulos que tendrá que «ir a Jerusalén a padecer mucho por los tratos de los ancianos, de los sacerdotes y de los escribas, a morir y resucitar al tercer día» (Mt 16,21). ¡Todo apunta al corazón de los discípulos! ¿Cómo es que «el Cristo, el Hijo de Dios viviente» (v. 16,21) pueda sufrir hasta la muerte. El ápostol Pedro se revela, no acepta este camino, toma la palabra y dice al Maestro: «Dios no lo permita, Señor; que esto no te suceda jamás» (v. 22). Parece evidente la divergencia entre el designio de amor del Padre, que da en don a su Hijo Unigénito a la cruz para salvar a la humanidad, y las espectativas, los deseos, los proyectos de los discípulos. Este contraste se repite hoy: cuando la realización de la propia vida está orientada solamente al éxito social, al bienestar físico y económico, ya no se piensa en Dios, sino en los hombres, (v. 23). Por pensar en el mundo se deja en segundo lugar a Dios, no aceptar su proyecto de amor, casi le impide cumplir su sabia voluntad. Por esto Jesús dice a Pedro unas palabras particularmente difíciles: «¡Alejate de mí, Satanás! Eres escándalo» (ibid.). El Señor enseña que «el camino de los discípulos es seguirlo a Él, [ir tras Él], el Crucificado. En todos los Evangelios se dice seguirlo en el signo de la cruz… como el camino del "perderse a sí mismo", que es necesario para el hombre y sin el cual no es posible encontrarse a sí mismo» (Gesù di Nazaret, Milán 2007, 333) (...). 

Al final del Ángelus, S.S. Benedicto XVI saludó a los fieles en francés, inglés, alemán, español, portugués, polaco e italiano.


Estas fueron sus palabras en castellano:


Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración mariana, en particular a los grupos provenientes de Argentina y Chile. La liturgia de este domingo recuerda que es necesario tomar la cruz para seguir a Jesús, siendo dóciles a la Palabra y dejándose transformar interiormente, para así saber distinguir siempre cuál es la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto (cfr Rm 12,2). Que el Señor, por intercesión de la Virgen María, infunda su amor en todos los corazones para que, haciendo más religiosa nuestra vida, aumente el bien en nosotros y con constante solicitud lo conserve. Feliz domingo.