Niamey, NÍGER (Agencia Fides, 10/11/2021) - "Vientos en doble sentido. Porque las dos últimas semanas en Níger han sido aún más trágicas de lo habitual. Hace unos días se produjo la masacre de al menos 60 campesinos y una docena de soldados en la zona llamada de las ‘tres fronteras’ y al cabo de un par de días la noticia de un doble viento de muerte. Los niños a un lado y los adultos al otro, como si se tratara de ‘unir’ un drama con otro. Entre las cenizas de los niños en las aulas que han vuelto a arder de nuevo, hasta la arena que cubrió para siempre a los mineros en busca de oro". En declaraciones a la Agencia Fides, el padre Mauro Armanino, sacerdote de la Sociedad para las Misiones Africanas, misionero en el país africano, añade que ya hace unos meses se produjo una tragedia similar en la capital, Niamey: "Niños, en su mayoría menores de tres años, que perdieron la vida en un incendio similar no lejos del nuevo aeropuerto internacional Diori Hamani. “Esta vez -continúa el misionero- fue en la capital económica de Maradi, que está a casi 700 kilómetros de Niamey, no muy lejos de la frontera nigeriana. Los vientos de la muerte siguen soplando en el país, junto con el viento del Harmattan, del desierto”.
"En Niamey, se calcula que hay más de mil clases construidas con ‘paja’,
y casi el mismo número en Maradi, mientras que en otros lugares también
pero en menor medida, especialmente en las zonas rurales. Los recursos
económicos desviados al ejército para contrarrestar el cerco yihadista,
el abandono del sector educativo y el crecimiento de la población son
factores que, unidos, han creado las numerosas aulas al aire libre de
paja, fáciles de quemar. Y así es como, a última hora de la mañana del
lunes 8 de noviembre, en la escuela conocida como AFN por estar alojada
en los locales de la Asociación de Mujeres de Níger de la localidad, 26
niños murieron en un incendio que se produjo por razones que aún se
desconocen. Fueron enterrados en una fosa común mientras que otros se
encuentran en estado grave en el hospital de la ciudad".
"El domingo anterior, en la zona aurífera de Garin-Liman, en la misma
región de Maradi, se derrumbó una de las muchas minas artesanales. Los
vientos de la muerte los atravesaron antes de llegar a los niños. Entre
la arena, las cenizas y el barro", concluye el P. Mauro, "se creó una
gran tumba que enterró todo menos el dolor y la vergüenza de una clase
política que piensa solo en acumular riqueza en lugar de garantizar la
dignidad de los pobres."