Jounieh, LÍBANO (Agencia Fides, 02/07/2021) - Ni victimismo, ni atrincheramiento. La jornada
de oración y reflexión sobre el Líbano que reunió al Papa Francisco en
Roma con los responsables de las Iglesias y Comunidades Eclesiales
presentes en el País de los Cedros, no ha sido un pretexto para recaer
en los fracasos y alimentar la sensación de incertidumbre. Por el
contrario, aparece lleno de ideas que pueden ayudar a los cristianos del
Líbano a ofrecer una nueva contribución para salir de la crisis que
atenaza a la nación, reconociendo los errores pero también las riquezas
humanas y espirituales que hay que atesorar, al servicio de todos, Esta
es la convicción del sacerdote maronita Rouphael Zgheib, Director
Nacional de las Obras Misionales Pontificias (OMP) del Líbano.
“Como primera cosa”, subraya el padre Zgheib comentando para la Agencia
Fides la jornada de oración y reflexión por el Líbano celebrada el
jueves 1° de julio en el Vaticano, “me llamó la atención que el discurso
pronunciado por el Papa Francisco al final de la jornada no se abriera
con remordimientos y lamentos dirigidos a los demás, sino con una
petición de perdón por la falta de testimonio cristiano por nuestra
parte. La tendencia a echar siempre toda la culpa de los males del país a
los demás, empezando por los políticos, puede convertirse en una
coartada para el ensimismamiento y para no dejarse cuestionar sobre cómo
estamos llamados a confesar nuestra fe en las circunstancias y
condiciones en las que nos encontramos”.
“En la reunión de Roma”, señala el sacerdote maronita, “nadie se sacó de
la chistera soluciones mágicas con la presunción de resolver en un
santiamén la crisis mortal que atraviesa el país, tal vez recurriendo a
la ayuda o a ‘protectores’ del exterior. Los pasajes en los que el Papa
nos invitaba a mirar a las mujeres, a los jóvenes y a los lazos que hay
que preservar con los libaneses de la diáspora, dispersos por el mundo,
me parecieron importantes”, añade el padre Zgheib, “así como: Khalil
Gibran, el poeta mencionado dos veces por el Papa, estaba íntimamente
ligado a su identidad libanesa, a pesar de haber vivido la mayor parte
de su vida en los Estados Unidos. En lo que se refiere a las mujeres y
los jóvenes, se les toma debidamente en serio no sólo en la vida
política, sino también en la eclesial. Para muchos chicos y chicas de
familias cristianas, la relación vital con la fe en Cristo ya no parece
evidente, a pesar de tantos discursos retóricos de quienes siguen
repitiendo que los jóvenes son nuestro futuro, sin mirar al presente”.
El sistema institucional libanés, con todas sus limitaciones, sigue
siendo utilizado para administrar y gestionar la “coexistencia de
personas diferentes” que caracteriza la pluralidad libanesa. “En el
discurso del Papa Francisco -subraya el padre Rouphael- no hay
referencias directas a cuestiones institucionales, entre otras cosas
porque cuando se entra en el terreno de las opciones políticas, las
opiniones pueden ser divergentes incluso entre los jefes de las Iglesias
cristianas. El Papa ni siquiera se refirió a la cuestión de los números
y a las cambiantes ‘relaciones de fuerza’ existentes entre las
diferentes comunidades desde el punto de vista demográfico. Lo que me
parece claro es que el Papa tampoco señaló como cuestión prioritaria la
de ‘defender’ espacios de poder y agilidad política reservados a los
cristianos. El destino de las comunidades cristianas libanesas sigue
siendo compartido con nuestros conciudadanos musulmanes, chiitas y
sunitas. Y también las obras de caridad, de asistencia y de salud
animadas por los cristianos deben ser salvaguardadas como un bien
precioso precisamente porque representan una poderosa contribución de
los cristianos a toda la comunidad libanesa, en el horizonte del bien
común recordado varias veces también en el discurso del Papa”.