Bangui, REPÚBLICA CENTROAFRICANA (Agencia Fides 19/10/2021) – “Es un poco pronto para hacer valoraciones y
también para expresar impresiones porque, en realidad, desde que estoy
aquí me he movido muy poco de nuestra casa de la Sociedad para las
Misiones Africanas (Sma) de Bangui” escribe el p. Davide Camorani
misionero SMA
El P. Davide fue ordenado sacerdote el pasado 24 de julio y llegó a la República Centroafricana el 21 de septiembre, para iniciar, junto con su hermano de comunidad, el P. Michele Farina, la primera misión de la SMA en el país. Ahora, ha querido compartir sus primeros pasos en la República Centroafricana.
En la nota enviada a la Agencia Fides se puede leer el entusiasmo del
misionero listo para su desafío por la evangelización. “He podido
constatar que aquí ser sacerdote cuenta, que la gente te acoge con
respeto y se ofrece a ayudarte”, escribe, relatando una anécdota
relacionada con su llegada al aeropuerto de Bangui. “Nada más bajar del
avión, la mujer policía encargada del primer control me preguntó si
tenía un rosario para ella, diciendo que también era católica. Tenía uno
y se lo di, después todo fue como la seda, me llevó a registrar mi
visado, me cambió el dinero y me dejó con un empleado para que me
ayudara a recuperar mi equipaje fácilmente”.
“Incluso en este corto tiempo he podido comprobar que la gente se
comunica entre sí, la vida cotidiana está hecha de cosas sencillas y
cualquier novedad, por pequeña que sea, es digna de mención y se
comenta. Así que, después de la misa celebrada en la capilla de la casa
de la SMA, a la que también asiste la gente del barrio, salí y me di
cuenta de que todos me conocían, me saludaban llamándome ‘père David’. Y
pensar que aquí estamos en la ciudad, ¡imaginemos como es en los
pueblos!”.
El padre Camorani también recuerda haber asistido a la misa dominical en la parroquia de Saint Pierre, en el corazón de Bangui. “La misa se celebraba en sango, la lengua nacional de la República Centroafricana, por lo que no entendía el idioma, así que ayudé un poco. Lo que sí entendí perfectamente fue la música”, subraya. “Mientras escuchaba, pensé que la música es realmente un lenguaje universal excepcional, que proclamar el Evangelio de una forma tan atractiva que es algo que no puede dejar indiferente a nadie”.
“He comenzado un curso en Sango, como preparación para mi misión en
Monassao, a unos cientos de kilómetros de Bangui , donde se habla muy poco francés y conocer la lengua local es
fundamental. Por el momento - concluye el misionero -, puedo celebrar
la misa en francés, incluida la homilía. El día que pueda celebrarlo en
Sango, significará que estoy preparado para salir y seguir aprendiendo
in situ porque, como sabemos, los idiomas se aprenden hablando”.