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CIUDAD DEL VATICANO
(http://catolicidad.blogspot.com
– Enero 6 de 2015). Al finalizar la Santa Misa en la Solemnidad de
la Epifanía del Señor, el Papa FRANCISCO ha rezado desde la venta
de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano el Ángelus con los
fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.
Este es el texto íntegro de la oración mariana:
Queridos hermanos
y hermanas, ¡buenos días! ¡Buena Fiesta!,
En
la noche de Navidad habiamos
meditado sobre la visita a la gruta de Belén
de algunos pastores pertenecientes al pueblo de Israel; hoy en la
solemnidad de la Epifanía,
hagamos memoria de la llegada de los
Reyes Magos,
que vinieron del
Oriente para adorar al recién nacido Rey de los Judíos y Salvador
universal y para ofrecerle dones simbólicos. Con el
gesto de adoración, los Magos testimoniaron
que Jesús ha venido a la tierra para salvar no a un solo pueblo,
sino a todas las gentes.
Por lo tanto, en la fiesta de hoy nuestra mirada se amplía al
horizonte del mundo entero para celebrar la “manifestación” del
Señor a todos los pueblos, es decir, la manifestación del amor y de
la salvación universal de Dios. Él no reserva su amor a algunos
privilegiados, sino que lo ofrece a todos.
Como
de todos es el
Creador y el Padre,
del mismo modo quiere ser el Salvador de todos. Por esto, estamos
llamados a nutrir siempre gran confianza y esperanza en
las confrontaciones de cada
persona y de
su salvación: también ellos, que nos parecen alejados del Señor
son seguidos – o mejor “perseguidos”
– por su amor
apasionado,
por su
amor fiel y también humilde. ¡Porque el amor de
Dios es
humilde,
tan humilde!
El relato evangélico de los
Magos, describe su viaje del
Oriente como un viaje del alma, como un camino hacia el encuentro con
Cristo. Ellos están atentos a los signos que indican la presencia;
son incansables en el enfrentar las dificultades de la búsqueda; son
valientes en el deducir las consecuencias de vida que derivan del
encuentro con el Señor. La
vida es esto:
la vida cristiana es caminar
siendo atentos,
incansables
y valientes.
¡Así camina un cristiano! Caminar atento, incansable y valiente.
La experiencia de los Magos evoca el camino de todo hombre hacia
Cristo. Como los Magos, también para nosotros buscar a Dios quiere
decir caminar – y como decía: atento, incansable y valiente
- fijando el cielo y distinguiendo en el signo visible de la estrella
el Dios invisible que habla a nuestro corazón. La estrella que es en
grado capaz de guiar
todo hombre a Jesús es la Palabra de Dios. Palabra
que está en la
Biblia, en los Evangelios. La Palabra
de Dios es
la luz
que orienta nuestro camino, nutre nuestra fe y la regenera. Es la
Palabra de Dios que renueva continuamente nuestros corazones, y
nuestras comunidades.
Por lo tanto, no olvidemos leerla y meditarla cada día, para que se
transforme para cada uno en una
llama que
portemos
dentro de nosotros para iluminar nuestros pasos, y también aquellos
de quién camina al
lado de nosotros, que
quizás le cuesta encontrar el camino hacia Cristo. ¡Siempre
con la Palabra de Dios!. La Palabra de Dios llevada
a la
mano: un pequeño Evangelio
en el bolsillo,
en la cartera,
siempre, para leerlo. No se olviden de esto: ¡siempre conmigo la
Palabra de Dios!
En este día de la Epifanía, nuestro pensamiento se dirige
también a los hermanos y a las hermanas del Oriente cristiano,
católicos y ortodoxos, muchos de los cuales celebran mañana la
Navidad del Señor. Que a ellos les llegue nuestra afectuosa
felicitación.
Me agrada también recordar que hoy se celebra la
Jornada Mundial
de la
Infancia Misionera.
Es la fiesta de los niños que viven con alegría el don de la fe y
rezan para que la luz de Jesús
llegue a todos los niños
del mundo.
Aliento a los educadores a cultivar en los pequeños el espíritu
misionero. Que no sean niños y jóvenes cerrados, sino abiertos; que
vean un gran horizonte, que su corazón siga adelante hacia el
horizonte, para que nazcan entre ellos testigos de la ternura de Dios
y anunciadores del Evangelio.
Nos dirijamos ahora a la Virgen María e invoquemos su protección
sobre la Iglesia Universal, para que difunda en el mundo entero el
Evangelio de Cristo, la luz de las gentes, luz de todos los pueblos.
Y que Ella nos haga estar siempre más en camino, nos haga caminar y
en el camino ser atentos, incansables y valientes.
Después del Ángelus
Saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos, renovando el deseo
de paz y de todo bien en el Señor.
Saludo a los fieles venidos de Aachen (Alemania), de Kilbeggan
(Irlanda), y a los estudiantes de Northfield - Minnesota (Estados
Unidos de América); a los confirmandos de Romano de Lombardía y a
sus padres; a los fieles de Biassono, Verona, Arzignano, Acerra y de
algunas Diócesis de Puglia; y a los jóvenes de la Obra de Don
Orione.
Un saludo especial a cuantos dan vida al desfile
histórico-folclorístico que este año está dedicado al territorio
de las Comunidades de Segni, Artena, Carpineto Romano, Gorga y
Montelanico.
Y acuérdense bien: la vida es un caminar, caminar siempre,
buscando a Dios. Caminar atentos, incansables y valientes. Y falta
una cosa, falta una cosa: atentos, incansables, valientes... ¿y qué
cosa falta? ¡Caminar con la luz! ¿Y quién es la luz? El Evangelio,
la Palabra de Dios. Siempre con el Evangelio: en el bolsillo, en la
cartera, para leerlo, siempre con nosotros. Caminar atentos,
incansables, valientes y con la luz de la Palabra de Dios.
(Traducción del original italiano: http://catolicidad.blogspot.com)