Port-au-Prince, HAITÍ (Agencia Fides, 13/02/2019) – "El momento es grave, porque hay
violencia contra la vida. Deploramos la pérdida de vidas y bienes
registrados recientemente en las manifestaciones. Aprovechamos esta
oportunidad para expresar nuestra solidaridad con las víctimas y los
familiares de las víctimas.
La hora es grave, la pobreza aumenta, el bien común está amenazado. ¡El
país está al borde del abismo! Esta situación no puede durar más ". Así
es como los Obispos de la Conferencia Episcopal de Haití escriben sobre
la terrible situación de violencia general que vive el país después de
que la población saliera a las
calles para manifestarse contra el
gobierno del Presidente Jovenel Moïse.
El sábado 9 de febrero, en Puerto Príncipe, un niño de 14 años fue
asesinado durante una manifestación, otra persona murió el domingo 10 en
Jacmel (sur), según informaron los medios locales. La policía utilizó
gas lacrimógeno para dispersar a los cientos de jóvenes de los barrios
más pobres que marcharon el lunes 11 en una de las principales arterias
de la capital. Los disparos resonaron en las calles aledañas. En la
confusión las tiendas fueron saqueadas. Según información local, tal
movilización nunca había sido vista.
La ira popular se está intensificando con el empeoramiento de las
dificultades económicas sufridas por la mayoría pobre. Ante una
inflación que ha superado el 15% durante dos años, la primera solicitud
de los manifestantes es tener algo para comer. La frustración se vio
agravada por la publicación, a fines de enero, de un informe del
Tribunal de Cuentas sobre la gestión desastrosa y las posibles
desviaciones de fondos prestados desde Venezuela a Haití desde 2008 para
financiar su desarrollo.
La situación de tensión continúa. Los bloqueos de carreteras se reportan
en varias ciudades donde los eventos tuvieron lugar el lunes 11 de
febrero. Por temor a la violencia, la gran mayoría de las escuelas,
empresas y administraciones permanecieron cerradas. A partir de la
movilización nacional de la oposición, el 7 de febrero, que marcó los
dos años del mandato presidencial de Jovenel Moïse, se organizaron
manifestaciones menores espontáneas en los principales centros urbanos.
Fueron acompañados por barricadas construidas por jóvenes que detuvieron
a cualquiera que intentara cruzarlos, incendiaron vehículos, saquearon
tiendas, en un ambiente de intimidación que paralizó a la capital,
Puerto Príncipe.
Por eso los obispos católicos llamaron a todos: "a la conciencia de los
ciudadanos de los diferentes partidos por una decisión patriótica",
según su mensaje, publicado el lunes por la noche, 11 de febrero, y
enviado a la Agencia Fides. "Debemos encontrar una solución inteligente
que tenga en cuenta los mejores intereses de la nación y la defensa del
bien común, en este sentido recurrimos a la conciencia de los ciudadanos
de los diversos partidos políticos para una decisión patriótica,
incluso si es a un costo elevado". "El 11 de febrero, fiesta de Nuestra
Señora de Lourdes y Día Mundial de los Enfermos, los invitamos a orar
por Haití, dirigiéndo nuestras miradas al Señor", concluyen los Obispos.