Johannesburgo, SUDÁFRICA (Agencia Fides, 30/04/2019) - "Si no se detienen los injustificados
ataques violentos contra migrantes y refugiados, los sudafricanos corren
el riesgo de convertirse en opresores de la era del apartheid",
advirtió mons. Buti Tlhagale, arzobispo de Johannesburgo, en un mensaje
sobre la ola de violencia xenófoba que afecta a los migrantes,
refugiados y trabajadores provenientes de los países africanos vecinos.
"Los ataques xenófobos se han vuelto tan violentos y frecuentes que los
miembros del cuerpo diplomático consideraron necesario pedir una
explicación al Ministro de Asuntos Exteriores. Los ataques a los
migrantes no pueden reducirse al vandalismo, porque están claramente
alimentados por sentimientos antiextranjeros. Si estos ataques
continúan, habrá tensiones entre Sudáfrica y otros países africanos. Si
la violencia sigue dominando las relaciones de la población local con
los migrantes, los sudafricanos que viven en diferentes países africanos
no deben sorprenderse si un día son identificados, atacados o
perseguidos a causa de la intolerancia y el resentimiento de que son
objeto los migrantes en su país", dijo el arzobispo.
Tlhagale subrayó que "los migrantes de Lesoto, Malawi y Mozambique han
estado empleados en el sector minero durante décadas, aportando sus
destrezas a la economía. Además, también hay migrantes que dirigen
empresas que emplean a la población local. La contribución de los
migrantes a la economía es, por lo tanto, significativa".
Pero la contribución de los migrantes a Sudáfrica va más allá del
aspecto económico. "Los migrantes llevan consigo la pasión por el éxito,
la laboriosidad, la diversidad cultural y un sentido de apertura al
mundo, en contraste con el nacionalismo y el estrecho aislamiento",
enfatizó el arzobispo de Johannesburgo, quien añadió que "los migrantes
muestran una rica diversidad cultural en forma de costumbres,
tradiciones, moda, música y arte".
Recordando que los jóvenes de Sudáfrica siempre han estado a la
vanguardia en la lucha por la justicia social, mons. Tlhagale denunció
"su silencio ensordecedor" sobre la xenofobia. "Sus voces proféticas
parecen haberse atenuado en un momento en que su apoyo y solidaridad
habrían marcado una diferencia significativa. La virtud de la
hospitalidad entre los sudafricanos es actualmente un recurso escaso",
concluyó.