viernes, 2 de enero de 2015

“La corrupción y la inmoralidad extendida amenazan a la nación” afirman Obispos de Ghana


Accra, GHANA (Agencia Fides, 02/01/2015) - La corrupción, la propagación de las drogas, las conductas moralmente cuestionables son los males que amenazan a la nación, según cuanto afirma el mensaje de inicio de año de los Obispos de Ghana.


El documento, firmado por Su Exc. Mons. Joseph Osei-Bonsu, Obispo de Konongo-Mampong y Presidente de la Conferencia Episcopal de Ghana, denuncia “los males del soborno y de la corrupción que continúan causando estragos en todos los núcleos de la sociedad de Ghana”. Nadie está exento del mal de la corrupción: políticos, magistrados, agentes de las fuerzas de seguridad... incluso los pastores. Sin ella, afirma el documento “Ghana sería un lugar mejor de lo que es ahora”.


Otros males que aquejan a la nación, según los obispos, son la permisividad, el sexo ocasional (con los otros males que le siguen: abortos y transmisión de enfermedades como el SIDA), la propagación de las drogas, como la cocaína y el cannabis, el alcoholismo, el fraude informático y “otras formas de fraude que están destruyendo a la nación”.


Para hacer frente a estos males, en su mensaje los obispos instan a todos los ghaneses a “tomar en serio su religión”. “Ya seamos cristianos, musulmanes, hindúes o budistas, sintoístas o practicantes de la religión tradicional africana, debemos aplicar los principios de nuestra religión a la vida cotidiana con el fin de vivir una vida moralmente recta y ser buenos ciudadanos”, dice el mensaje que también invita a cultivar el espíritu de perdón, poner fin “a la práctica generalizada de la invocación de maldiciones en santuarios como el de Antoa en la región de Ashanti o el de Nogokpo, en la región de Volta, para matar a los que nos han hecho daño”.


Los Obispos advierten finalmente a los “sacerdotes, pastores y ministros para que no se aprovechen de los que acuden a ellos con confianza en busca de soluciones a sus problemas espirituales y de otras clases. La atracción del dinero y otros beneficios materiales no deben conducir a los sacerdotes, pastores y ministros a pervertir el evangelio de Jesucristo y explotar económica y sexualmente a las personas vulnerables que acuden a ellos buscando ayuda espiritual”.