Los líderes de Tigray han rechazado este ultimátum. Sus combatientes llevan tres semanas peleando contra las fuerzas gubernamentales en el norte del país. Los combates se han cobrado cientos de vidas y se han saldado con el desplazamiento de más de 40.000 personas.
“En esta etapa final, se están extremando las precauciones para no herir a civiles inocentes. Se harán todos los esfuerzos posibles para garantizar que la ciudad de Mekele, que fue construida gracias al arduo trabajo de nuestra gente, no sufra daños graves. Pedimos a los habitantes de la ciudad que depongan las armas y se queden en casa”, pidió Abiy quien además reveló que en los últimos días miles de milicianos y fuerzas especiales del TPLF se habían rendido a las fuerzas federales antes de que expirara el plazo.
Los temores de que el asalto a Mekele, que tiene medio millón de habitantes, se convierta en una masacre han acelerado los esfuerzos diplomáticos para buscar una mediación. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas celebró su primera reunión sobre esta crisis el 24 de noviembre.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, instó a “los líderes de Etiopía a hacer todo lo posible para proteger a los civiles”, mientras que Estados Unidos, la UE y otras potencias internacionales han alentado la mediación a través de la Unión Africana, cuya sede se encuentra precisamente en la capital de Etiopía, Addis Abeba.