En vísperas de las elecciones previstas para noviembre, la tensión y la violencia en los estados de Chin y Rakhine continúan perturbando las promesas de paz y democracia propuestas por las distintas fuerzas políticas. La Comisión Nacional Electoral (Union Election Commission - UEC) ha decidido que no habrá votación en nueve de los 17 municipios de Rakhine (la división administrativa que corresponde a los distritos electorales): la noticia no solo ha creado tensión entre las organizaciones políticas locales (que por tanto se quedarán sin o casi representación en el nuevo Parlamento), sino que además ha sido recibida con escepticismo después de que la Comisión se negara a posponer la fecha de las elecciones (fijadas para el 8 de noviembre) dado que la emergencia del Covid – en esta segunda ola de pandemia – se ha originado precisamente en este estado de la Unión.
Esta zona del noroeste de Myanmar, que se asoma al mar de Andamán, sigue siendo un lugar de gran sufrimiento. Un informe reciente de Human Rights Watch ("An Open Prison without En") subraya la grave situación en la que viven las personas en los campamentos de Rakhine para desplazados internos, definidos como “prisiones al aire libre” por la organización HRW: se trata aproximadamente de 130 mil Ciudadanos rohingya, miembros de la minoría musulmana víctima de la violencia en 2012 y 2017, que generó cerca de un millón de refugiados que se trasladaron al vecino Bangladesh.