“La mesa eucarística de la Palabra y del pan de vida pone en evidencia los elementos centrales del misterio de la Resurrección: la vida, comunión y gratitud, esperanza” ha seguido explicando el Arzobispo, que ha dicho: “La Eucaristía es gratitud, nuestra mejor manera de agradecer al Señor por las personas que nos han dado la vida y por los que nos han iniciado a la vida de fe. Además de nuestros hermanos y amigos, esta mañana recordamos en particular por todos los Pastores que han entregado su vida al Evangelio y a la Iglesia que peregrina en Santa Cruz, como los sacerdotes P. Jorge Robles, José Bialasik y P. Ignacio Roca. Víctimas del COVID19, y los Arzobispos Mons. Luís Rodríguez, y nuestro amado Cardenal Julio Terrazas, cuyo 5º aniversario de su regreso a la casa del Padre celebraremos el 9 de diciembre próximo”.
En su homilía, el Arzobispo ha recordado que en este momento histórico parecía que la humanidad había alcanzado las metas más sensacionales desde el punto de vista científico y técnico, del dominio de la naturaleza, en cambio “nos encontramos en una sociedad de muerte e impotente ante un virus invisible. Muerte causada en mayor medida por el hombre: guerras, terrorismo, totalitarismos, conflictos, pobreza, hambre, contaminación del ambiente y de la biodiversidad”.
Luego ha recordado la fiesta de Todos los Santos, en la que se “«la multitud inmensa, que nadie puede contar… que lavaron sus ropas en la sangre del Cordero», y nos abre a la esperanza de que, gracias a la sangre de Cristo en cruz, un día compartiremos con nuestros hermanos difuntos la alegría de estar juntos en la presencia de Dios y de escuchar la invitación gozosa de Dios”.