“Las hermanas - explica la hna. Jolanta, ilustrando esta experiencia formativa - después de haber vivido y estudiado en el Colegio durante tres a seis años, regresan a sus congregaciones con una competencia especial en derecho canónico, misionología, espiritualidad, vida consagrada, catequesis o teología bíblica. Luego son introducidas en las actividades pastorales para hacer crecer su Congregación y, en consecuencia, toda la Iglesia local”. Este proceso, señala la Rectora, “lo había ya entendido bien la Beata María Teresa Ledóchowsk, fundadora de las Hermanas Misioneras de San Pedro Claver, instituto al que pertenezco. La Beata decía a los benefactores: si ayudamos a formar un sacerdote o una religiosa, ayudaremos a miles de personas”.
La jornada en la comunidad del Colegio, que acoge a más de noventa religiosas de todo el mundo, comienza con la meditación alrededor de las seis de la mañana; seguida de la oración de la Liturgia de las Horas, la Santa Misa y luego comienzan las clases, programadas tanto por la mañana como por la tarde. La hna. Jolanta señala: “La formación en la vida religiosa es muy importante. La mayoría de las hermanas que viven en el Colegio, cuando regresan a sus países de origen, suelen trabajar a menudo en actividades formativas: serán ellas las que formen a las novicias o ayuden a las parroquias. Su preparación es fundamental”.
La Rectora concluye: “Tengo un sueño para cada una de las hermanas que pasan por el colegio: que pueda pasarles lo que me ocurrió a mí una vez en África. Caminando por las calles de un pueblo, jugando con los niños y viviendo con ellos, se acercó una mujer diciendo: He sentido que Dios ha vuelto a caminar por nuestras calles. En el Colegio Mater Ecclesiae tratamos de acompañar a las religiosas, porque así caminamos con su gente”.