Bangui, REPÚBLICA CENTROAFRICANA (Agencia Fides 09/07/2021) – “Con la liberación de los grandes centros
urbanos, los grupos armados están concentrando su presencia en las zonas
periféricas y en algunas localidades concretas donde cometen actos de
violencia”, denuncia la Conferencia Episcopal de la República
Centroafricana en el mensaje publicado al final del retiro anual en la
ciudad de Bouar, al oeste del país. “Cuando llegaron las fuerzas armadas
centroafricanas y sus aliados, los bandidos y guerrilleros se retiraron
con armas y equipamiento dentro del bosque. Por tanto, siguen siendo
una fuente de inseguridad para el resto de la población”, dicen los
obispos.
Entre las zonas amenazadas por los grupos armados, los obispos citan “la
razón del sureste desde Zémio hasta la frontera con Sudán del Sur, la
de Mingala y Zangba en la prefectura de Bassa Kotto, la zona de
Bocaranga a Ngaoundaye y de Ndim a Paoua en Ouham Pendé, y la frontera
con Camerún y Chad”.
Los obispos se congratulan de los progresos realizados en el plano
político, como la celebración de elecciones que han permitido elegir al
Jefe de Estado y a los diputados de la Asamblea Nacional, pero lamentan
el empeoramiento de la situación humanitaria con más de 700.000
desplazados internos, la mitad de la población en situación de
inseguridad alimentaria, agravada por el hecho de que los rebeldes
bloquean la circulación con la colocación de minas en las principales
carreteras del país. “Observamos con desolación el uso de minas
antipersona que causan desesperación en la población”, afirman.
Además, las actividades agrícolas están en peligro porque los agricultores y los pastores están siendo secuestrados con fines de extorsión. En consecuencia, el coste de la vida ha aumentado. La Conferencia Episcopal también está preocupada por los informes sobre los abusos cometidos por el Ejército Centroafricano y sus aliados. “Los soldados del ejército nacional tienen el deber de dar ejemplo”. Por último, los obispos reafirman su preocupación por el hecho de que el país se haya convertido en el escenario de una guerra por delegación entre Francia y la Federación Rusa.
La solución del conflicto no puede ser sólo militar. “Debemos tender la
mano”, dicen los obispos, que piden un diálogo inclusivo, el inicio del
proceso de desarme, la desmovilización y la reinserción en la sociedad
civil de los combatientes y la creación de la Comisión de Verdad,
Justicia, Reparación y Reconciliación.