Para obtener la paz, es necesario volver a Dios, “porque Dios es el creador del universo y cuando creó el universo, lo hizo hermoso para vivir. Por tanto, ante todo debemos enamorarnos de Dios y admirar su atención, su corazón, su plan, su visión, su sueño y su obra arquitectónica en la creación de un mundo tan bello”, indica el obispo. Este es el Dios que adoramos, este es el Dios que seguimos y, por lo tanto, debemos desarrollar nuestro amor por Él”. Entonces, -prosigue monseñor Hiiboro-, es necesario amar al ser humano, “creado por Él a su imagen y semejanza para habitar este hermoso mundo”.
El mensaje destaca también que “nuestra etnia, nuestras tribus, todos los individuos que forman parte de la tribu, son creados a imagen de Dios. Por lo tanto, si amas tu tribu, ámala, apréciala, pero recuerda que tu comunidad étnica es un regalo de Dios para ti. No debes perder de vista que eres hijo e hija de Dios y, sobre todo, debes mostrar total fidelidad al Dios que te creó”.
El obispo Hiiboro continúa señala los males del tribalismo: “Independientemente de ser miembros de nuestras diferentes comunidades étnicas, todos nos sentimos atraídos por el hecho de que Dios nos creó a todos a su imagen. Dios, tu creador, es también el creador de todo y esto significa que todos los demás seres humanos son creados a imagen de Dios y que ninguna tribu es mejor que otras tribus”.
Por eso, en nombre de tu tribu no puedes humillar a otra tribu y en nombre de tu tribu no puedes oprimir a otros seres humanos. Por eso, estamos todos llamados por este denominador común que Dios es nuestro creador y que son todos los seres humanos a Su imagen. Todos tenemos derecho al respeto y todos tenemos derecho a vivir juntos”.
El obispo Hiiboro lanza un llamamiento a las más de 64 comunidades étnicas de Sudán del Sur “ya que todos fuimos creados a imagen de Dios que este sea el elemento que nos una”.