“Como está escrito en el documento, estamos muy preocupados por esta situación confusa que complica o descarrila el camino hacia una nueva Nigeria. La Arquidiócesis de Lagos ha querido sumar su voz en la condena de este mensaje divisivo y dirigirse a los jóvenes para que no permitan que prevalezca el odio, especialmente en este momento”. La intervención de la Iglesia en la capital comercial de Nigeria llega en un período particularmente delicado para la ciudad y para todo el país.
“Desde hace muchos años, la gente se queja de la actitud de las fuerzas especiales de policía”, explica el arzobispo. “Se impugnan la brutalidad, los excesos, las lesiones e incluso los asesinatos, así como la corrupción generalizada. En las últimas semanas, muchos jóvenes han salido a las calles para protestar contra la violencia y exigir reformas. Las manifestaciones se organizaron con mucho detalle y los jóvenes se portaron muy bien, de manera totalmente pacífica, llevaron y ofrecieron comida a todos los manifestantes que vinieron de todos los rincones del país y brindaron un servicio de orden. Le hicieron preguntas muy claras al gobierno que inicialmente las reconoció y prometió responder. Sin embargo, dado que la respuesta del gobierno tardó en llegar, las protestas continuaron hasta el 20 de octubre, día en que el ejército intervino disparando. Es importante distinguir las protestas pacíficas de la violencia y los saqueos que siguieron. De hecho, las manifestaciones se organizaron para decir no a la violencia. Ahora los enfrentamientos han cesado (el 21 de octubre se proclamó un toque de queda de 24 horas, ed) y también las protestas. Pero el gobierno no puede ignorar lo sucedido, y menos aún los heridos hospitalizados”, concluye.