CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 14 de junio de 2019).- El Cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin pronunció ayer en el
Templo mayor de Roma un discurso con motivo de la conmemoración del 25
aniversario de las relaciones diplomáticas entre el Estado de Israel y
la Santa Sede, cuyo contenido reproducimos a continuación.
Discurso del cardenal Secretario de Estado
S. E. Oren David, Embajador de Israel ante la Santa Sede, ilustre Rabino jefe,
Señoras y señores Embajadores y miembros del Cuerpo Diplomático, Señoras y señores,
Me complace tomar la palabra con motivo de la conmemoración del
vigésimo quinto aniversario del establecimiento de relaciones
diplomáticas entre el Estado de Israel y la Santa Sede. Agradezco
especialmente al embajador David el haber promovido este evento y las
palabras que acaba de pronunciar, destacando las buenas relaciones que
existen entre nosotros.
Saludo cordialmente a cada uno de vosotros en particular al Dr. Di
Segni, Rabino Jefe de la Comunidad Judía de Roma, que nos acoge en el
Templo Mayor de la ciudad. Este Templo ha visto en las últimas décadas
la presencia de varios Papas, a partir de la visita de San Juan Pablo II
el 13 de abril de 1986, una presencia que constituye el signo visible
de la transformación de la relación entre cristianos y judíos en los
últimos 50 años. Como el Papa FRANCISCO recordó el 17 de enero de 2016:
"Queridos hermanos mayores, tenemos que estar verdaderamente agradecidos
por todo lo que ha sido posible realizar en los últimos 50 años, porque
entre nosotros han crecido y se han profundizado la comprensión
recíproca, la mutua confianza y la amistad. ".
En este contexto, también se inserta el establecimiento de las
relaciones diplomáticas entre la Santa Sede e Israel, con la apertura,
el 15 de junio de 1994, de las dos misiones diplomáticas en Tel Aviv y
el Vaticano, luego del Acuerdo Fundamental entre la Santa Sede y el
Estado de Israel, firmado el 30 de diciembre de 1993.
En efecto, este Acuerdo entrado en vigor el 10 de marzo de 1994, abrió
una nueva fase en las relaciones bilaterales, iniciando un camino
significativo de cooperación. Se concretó en la firma del Acuerdo sobre
la personalidad jurídica de la Iglesia, cuyo proceso de aplicación está
llegando a su conclusión, y ha abierto un largo y delicado proceso de
negociación dentro de la Comisión Bilateral Permanente de Trabajo entre
la Santa Sede y el Estado de Israel para llegar a un acuerdo sobre
asuntos financieros, que esperamos concluya pronto.
En este aniversario, me gustaría decir unas palabras de agradecimiento
por el compromiso asumido por el Estado de Israel de garantizar a la
Iglesia Católica la libertad de llevar a cabo su misión y aportar su
propia contribución a la sociedad israelí. Entre las diversas
actividades de la Iglesia, cabe destacar la de las escuelas católicas
que, a través de la educación en los valores fundamentales, el diálogo y
el respeto mutuo, favorecen la creación de una sociedad más justa y
pacífica.
Esperamos que no falte nunca la coherencia con el espíritu del Acuerdo
fundamental para una colaboración renovada y fructífera con la Iglesia
Católica en Israel, y que el país pueda demostrar con orgullo la
viabilidad de su democracia, garantizando la igualdad de derechos y la
igualdad de oportunidades para todo para la construcción de un futuro de
paz y armonía.
En estos 25 años, se han realizado importantes visitas pontificias a
Israel y por las autoridades israelíes al Vaticano, así como numerosas
iniciativas a favor del diálogo interreligioso.
Me gustaría recordar, en particular, el encuentro de oración con los
presidentes israelí y palestino, celebrada el 8 de junio de 2014 en el
Vaticano, del cual hemos celebrado el quinto aniversario. Como es
sabido, el proceso de paz y el futuro de la región son muy importantes
del Papa y de la Santa Sede. De hecho, con motivo de este aniversario,
el Santo Padre invitó a todos, creyentes y no creyentes, a dedicar "un
minuto a la paz", un minuto de oración y reflexión: ¡todos juntos por un
mundo más fraternal!
La naturaleza especial de nuestras relaciones surge precisamente del
carácter único de la Tierra Santa, tan rica en historia y fe y tan
querida por los corazones de los creyentes, ya sean judíos, cristianos o
musulmanes. Jerusalén, la ciudad de la paz, es su corazón, un
patrimonio común para todos los fieles de las tres grandes religiones
monoteístas y de todo el mundo. Nuestro compromiso religioso y político
favorece la vocación de la ciudad por ser un lugar de reconciliación y
de encuentro entre las religiones, así como un símbolo de respeto y
convivencia pacífica.
La Santa Sede y el Estado de Israel están llamados a unir sus fuerzas
para promover la libertad religiosa, de culto y de conciencia, como
condición indispensable para proteger la dignidad de todo ser humano y
trabajar juntos para combatir el antisemitismo. Durante estos años, la
Santa Sede y el Estado de Israel han demostrado una responsabilidad
común en esta lucha, un compromiso reafirmado por el Acuerdo
Fundamental, que debe continuar a la hora de combatir todas las formas
de intolerancia religiosa y promover el entendimiento mutuo entre las
naciones, la tolerancia entre las comunidades y el respeto por la
dignidad y la vida humana.
En su discurso ante los participantes en la Conferencia
internacional sobre la responsabilidad de los Estados, las instituciones
y los individuos en la lucha contra el antisemitismo y los delitos
relacionados con el odio antisemita, celebrada en el Vaticano el 29
de enero de 2018, el Santo Padre FRANCISCO recordó que "Para construir
nuestra historia, que será juntos o no será, necesitamos una memoria
común, viva y confiada, que no quede atrapada en el resentimiento, sino
que, aunque atravesada por la noche del dolor, se abra a la esperanza de
un nuevo amanecer. La Iglesia quiere tender la mano. Quiere recordar y
caminar juntos. En este camino, «consciente del patrimonio común con los
judíos, e impulsada no por razones políticas, sino por la religiosa
caridad evangélica, deplora los odios, persecuciones y manifestaciones
de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos» (Conc.
Ecum. Vat.II. Declaración Nostra Aetate, 4)"
Este aniversario, además de hacernos apreciar el camino que hemos
recorrido juntos, nos ayuda a revitalizar nuestro compromiso con la
promoción concreta de una amistad renovada. Con este deseo invoco la
bendición del Todopoderoso en nuestro camino común.
Gracias.
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