CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 19 de junio de 2019).- Discurso pronunciado ayer tarde, en la sede de la FAO en Roma, por el
Observador Permanente de la Santa Sede ante las Organizaciones y
Organismos de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
(FAO, FIDA, PMA) Mons. Fernando Chica Arellano, sobre el tema "Asumir
el desafío de llegar a los más pobres en las áreas rurales. Lanzamiento
del marco corporativo de la FAO para la pobreza extrema rural”:
Discurso de Mons. Fernando Chica Arellano
Señora Vicedirectora General de la FAO,
Excelencias,
Distinguidos Profesores,
Señoras y señores,
Queridos amigos,
Agradezco la oportunidad que hoy se me ofrece de reafirmar algunos
principios que la Santa Sede considera importantes para la promoción del
desarrollo rural y la erradicación de la pobreza extrema, flagelo que
azota de manera cruel a muchas personas en la hora presente. En efecto,
la miseria y la emergencia alimentaria siguen siendo en nuestros días vexatæ quæstiones,
y no dejan de afligir a los más débiles de nuestro planeta, truncando
sus vidas e impidiéndoles de esta forma mirar al futuro de forma
confiada y serena.
La situación actual en la que vivimos se agrava y se deteriora en
muchos contextos: desde el África subsahariana hasta el sudeste asiático
y América Latina. Los datos publicados tanto por el Banco Mundial (Poverty and Shared Prosperity 2018: Piecing Together the Poverty Puzzle. World Bank 2018), como por esta Organización que nos acoge (Panorama
de la pobreza rural en América Latina y el Caribe. Soluciones del siglo
XXI para acabar con la pobreza en el campo, FAO 2018), revelan cómo
varios factores, que a veces se entretejen y complementan, han
determinado nocivamente la realidad existente. Entre ellos cabe destacar
la deteriorada situación económica mundial, el empeoramiento de las
condiciones ambientales, los conflictos que perturban y desangran a
muchos países, los extremos fenómenos climáticos. Son cuestiones que
vienen analizadas en el documento sobre la pobreza rural extrema que hoy
se presenta. El Papa FRANCISCO también ha reflexionado al respecto,
constatando con pesar que, en muchas regiones de la tierra, numerosos
hermanos nuestros padecen porque «el aire está viciado, los recursos
naturales esquilmados, los ríos contaminados, los suelos acidificados;
no tienen agua suficiente para ellos mismos ni para sus cultivos; sus
infraestructuras sanitarias son muy deficientes, sus viviendas escasas y
defectuosas» (Discurso en la ceremonia de apertura del 42° periodo
de sesiones del Consejo de Gobernadores del Fondo Internacional de
Desarrollo Agrícola – FIDA. 14 de febrero de 2019). Se trata de
condiciones estructurales que conducen a la pobreza extrema, cuya
identificación no puede reducirse, como por desgracia suele hacerse, a
una mera cuantificación económica. Una actitud que se debe a la
tendencia reduccionista de usar sólo índices monetarios para definir
problemas de mayor alcance, que, en realidad, están estrechamente
relacionados con el nivel de vida, el acceso al estudio, la protección
de la salud y una nutrición adecuada, derechos estos que se refieren a
la dignidad de las personas en sentido amplio, a sus condiciones
existenciales, y que han de medirse por el Índice de Pobreza Multidimensional
(IPM), mencionado en el documento objeto de nuestra atención. La
vulneración de estos derechos se produce, sobre todo, en las zonas
rurales, que a menudo son sinónimo de aislamiento y abandono.
Frente a evidencias y constataciones empíricas tan incómodas, y
teniendo en cuenta que todavía hay demasiadas personas que viven en esta
condición de extrema pobreza, ¿cómo podemos hacer frente a este
fenómeno endémico?
Al proponer sus consideraciones, la Santa Sede no pretende sustituir a
quienes tienen el deber de tomar decisiones políticas y económicas,
pero reconoce que «es necesaria la ayuda de la comunidad internacional,
de la sociedad civil y de aquellos que poseen recursos [...] para
ofrecer soluciones concretas y reales» (Discurso en la ceremonia de
apertura del 42° periodo de sesiones del Consejo de Gobernadores del
Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola – FIDA. 14 de febrero de
2019). En este sentido, se requiere actuar de manera rápida y
coordinada, porque sólo sumando esfuerzos y perspectivas, sólo
colaborando lealmente se pueden identificar soluciones para enfrentarnos
al fenómeno que nos ocupa, que es de alcance global.
La pobreza extrema se combate con acciones dirigidas a promover el
desarrollo rural integral. Digo “acciones” porque no bastan las meras
palabras, los discursos grandilocuentes, los dosieres y la
multiplicación de reuniones. Es necesario emprender iniciativas
concretas para erradicar la pobreza, luchar contra el hambre y promover
la soberanía alimentaria. Es importante invertir en las regiones
rurales, dedicar a ellas recursos de todo tipo, también financieros,
porque el éxodo del campo a la ciudad es una tendencia global que no se
puede ignorar.
En varias ocasiones, el Papa FRANCISCO, en diálogo con los movimientos populares, ha puesto de relieve la importancia de favorecer las tres T: Tierra, Techo, Trabajo, para que tengamos una patria sin esclavos ni excluidos.
Tierra, porque solamente la autonomía y la soberanía
alimentaria pueden permitir que las poblaciones locales que viven en
áreas rurales puedan proveerse de su propio sustento, sin estar
atenazadas por subsidios y medidas impuestas desde el exterior. Techo,
porque la vivienda es un derecho inalienable. Por consiguiente,
desarrollar políticas que permitan a las personas disfrutar de una
vivienda es necesario para combatir la exclusión social de un número muy
elevado de personas y familias que no tienen acceso a una vida digna.
Son seres humanos que forman un microcosmos con frecuencia marginado,
signado por la desesperación, el hambre y el miedo. Trabajo,
porque el trabajo decente es el medio privilegiado para erradicar la
pobreza y permitir la emancipación social. Esta triple coordenada revela
lo fundamental que es invertir en la expansión de los sistemas de
protección social y los programas de asistencia social (cf. FRANCISCO, Discurso a los participantes en el encuentro mundial de los Movimientos Populares. 28 de octubre de 2014; FRANCISCO, Discurso en el II encuentro mundial de los Movimientos Populares. Santa Cruz de la Sierra, 9 de julio de 2015).
Esta reunión no puede quedarse enclaustrada entre estas paredes, ni
sus conclusiones encerradas en una bella publicación y nada más. Nuestro
encuentro ha de convertirse en un grito, en un pujante acicate que
invite a los aquí presentes, con papeles destacados en el seno de los
Estados y los Organismos internacionales, a salir al encuentro de los
desfavorecidos, a llegar de forma eficaz hasta ellos, que no son meros
números, ni simples estadísticas. Son personas que buscan y solicitan
una especial atención. Entonces, el lanzamiento de este marco
corporativo puede transformarse en una oportunidad adicional, que
contribuya al desarraigo de la pobreza extrema a través de la promoción
del desarrollo rural integral, con vistas a la mejora de las condiciones
de vida de cada uno en particular y de la familia humana en su
conjunto. Únicamente de esta manera podremos superar la inhumana
globalización, de la que el Papa FRANCISCO habla a menudo, y que se
caracteriza por la indiferencia ante el sufrimiento ajeno y el declive
de la idea del bien común (cf. FRANCISCO, Mensaje para la celebración de la XLIX Jornada Mundial de la Paz. 8 de diciembre de 2015).
Estoy seguro de que el lanzamiento de este marco corporativo
contribuirá a la mejor realización del lema de la FAO, “Fiat panis”, si
logramos traducir las intenciones y propósitos en acciones válidas, si
de una vez por todas los compromisos se convierten en realidades que
favorezcan políticas nacionales y locales en apoyo de las regiones
rurales, y si nuestras vidas reflejan nítidamente que es posible
rechazar el consumismo y recuperar la solidaridad y la atención hacia
los más débiles como valores esenciales de nuestra conducta. ¡Gracias!