Asmara, ERITREA (Agencia Fides, 21/06/2019) - "Las personas enviadas por el Estado han venido
a pedir la entrega de los centros de salud de la Iglesia católica, un
hecho que no podemos entender ni en su contenido ni en su forma. Así
expresan los obispos católicos eritreos en una carta enviada a Amna
Nurhsein, miinistra de Sanidad su perplejidad y su pesar por la decisión
del gobierno nacional de cerrar los centros médicos católicos.
En la carta, recibida por la Agencia Fides, los religiosos destacan los
años de servicio y colaboración de la Iglesia católica en favor del bien
de la población local: "En algunos centros de salud se veía a soldados
intimidando al personal de servicio, obligando a los pacientes a evacuar
las instalaciones y hasta vigilando los hogares de los religiosos.
¿Cómo es posible que tales eventos ocurran en un estado gobernado por el
estado de derecho? ¿Es así que este Estado interrumpe repentinamente,
sin un gesto de reconocimiento, la colaboración que la Iglesia le ofrece
desde hace décadas, por el bien del pueblo y de la nación?
Estigmatizando la decisión del Gobierno, los obispos escriben:
"Declaramos que no entregaremos por propia voluntad, nuestras
instituciones y todo lo que forma parte de su dotación. Varios de
nuestros centros de salud están ubicados dentro de nuestras casas
religiosas: ahora, requisar los primeros sin violar la libertad y el
espacio vital de los segundos, es imposible. Privar a la Iglesia de
estas y otras instituciones similares significa socavar su propia
existencia y exponer a la persecución a siervos, religiosos y
religiosas, laicos y laicas".
Sin embargo, el gobierno eritreo no sólo ha afectado a la Iglesia
católica. Desde el país de África Oriental siguen llegando informes de
detenciones de fieles de las iglesias pentecostales (prohibidas a
principios de la década de 2000). Al menos treinta fieles fueron
detenidos la semana pasada, cien desde principios de año. Según el
gobierno eritreo, los grupos religiosos "no oficiales" son considerados
instrumentos de subversión, por lo que no son tolerados; lo mismo ocurre
con todas las organizaciones de la sociedad civil que no están
alineadas con las directrices del régimen de Asmara.
De hecho, la propia Iglesia copta de Eritrea, que tiene raíces muy
profundas en el país, ha tenido durante años relaciones problemáticas
con el poder. En 2007, el entonces patriarca copto Antonios fue depuesto
a instancias del presidente Isayas Afewoki, quien ha gobernado la
nación desde 1993, el año de la independencia y las primeras y únicas
elecciones presidenciales hasta la fecha.