A mi Venerado Hermano
Reverendo Timothy M. Dolan
Presidente de la Conferencia Episcopal de los Obispos
Presidente de la Conferencia Episcopal de los Obispos
Católicos de los Estados Unidos de América
¡Gracia a vosotros y paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo!
En este día mi pensamiento se dirige a los sombríos acontecimientos de Septiembre 11, 2001, cuando tantas vidas inocentes se perdieron en el brutal asalto a las torres gemelas del World Trade Center y los demás ataques en Washington D.C. y Pennsylvania. Me uno a vosotros para encomendar a las miles de víctimas a la misericordia infinita de Dios Todopoderoso y en pedir a nuestro Padre celestial continúe consolando a quienes lloran la pérdida de seres queridos.
La tragedia de ese día se ve agravada por la afirmación de los perpetradores "que actúan en el nombre de Dios". Una vez más, debe ser declarado inequívocamente que ninguna circunstancia puede justificar actos de terrorismo. Cada vida humana es preciosa a los ojos de Dios y no se deben escatimar esfuerzos en el intento de promover en todo el mundo un verdadero respeto a los derechos inalienables y a la dignidad de los individuos y lde os pueblos en todas partes.
El pueblo Americano se destacó por la valentía y la generosidad que mostró en las operaciones de rescate y por su resistencia en el movimiento empujando con esperanza y confianza. Es mi ferviente oración, un firme compromiso con la justicia y una cultura global de solidaridad que ayudará a librar al mundo de los agravios que a menudo dan lugar a actos de violencia y crear las condiciones para una mayor paz y prosperidad, ofrececiendo un brillante y más seguro futuro.
Con estos sentimientos, os dirijo mi más afectuoso saludo a usted, a vuestros hermanos Obispos y a todos quienes están a vuestro cuidado pastoral, y os imparto de corazón mi Bendición Apostólica como prenda de paz y serenidad en el Señor.
Desde el Vaticano, Septiembre 11, 2011
BENEDICTUS PP. XVI
(Traducido del original inglés por www.ssbenedictoxvi.org)