miércoles, 11 de diciembre de 2013

Audiencia General del Papa: “No estaremos solos en el Juicio Final”


 
 


CIUDAD DEL VATICANO, 11 Diciembre 2013 (VIS).- El Papa FRANCISCO ha dedicado la última de sus catequesis sobre el Credo a su último artículo: “Creo en la vida eterna”, deteniéndose en particular en el Juicio Final.


Cuando pensamos en el regreso de Cristo y el juicio final que revelan hasta sus últimas consecuencias lo que cada uno haya hecho o dejado de hacer durante su vida terrena - ha afirmado ante las 30 mil personas presentes en la Plaza de San Pedro para la Audiencia General celebrada a las 10.30 horas- , percibimos que estamos ante un misterio que es más grande que nosotros y ni siquiera podemos imaginar. Un misterio que despierta casi instintivamente un sentimiento de temor , y quizás incluso de trepidación. Sin embargo, si reflexionamos acerca de esta realidad, el corazón del cristiano se ensancha porque constituye una gran fuente de consuelo y confianza”.


FRANCISCO ha explicado que al respecto, el testimonio de las primeras comunidades cristianas es muy interesante ya que acompañaban las celebraciones y oraciones habituales con la aclamación 'Maranatha' que se puede entender sea como una súplica: "¡Ven, Señor", o como una certeza alimentada por la fe: "Sí , el Señor viene el Señor está cerca”. Con esa exclamación culmina toda la Revelación cristiana, al final de la contemplación maravillosa del Apocalipsis de San Juan en que la Iglesia - esposa en nombre de toda la humanidad se dirige a Cristo, su esposo, “a la espera de ser envuelta en su abrazo, que es la plenitud de vida y amor”. Y “si pensamos en el juicio desde esta perspectiva, el miedo y la duda cesan y dejan lugar a la profunda alegría y la expectación. Será el momento en que se nos juzgará, finalmente dispuestos, a ser revestidos con la gloria de Cristo”.


Un segundo motivo de confianza “es la consideración de que, en el momento del juicio, no estaremos solos.... Qué bueno saber que en ese momento, podremos contar con Cristo, nuestro Abogado ante el Padre y con la intercesión y la benevolencia de tantos hermanos y hermanas nuestras que nos han precedido el camino de la fe... y que siguen queriéndonos de manera indescriptible! Los santos que ya viven viendo a Dios, en el esplendor de su gloria rezan por nosotros que seguimos viviendo en la tierra”.


El tercer elemento nos lo ofrece el Evangelio de Juan cuando afirma que “Dios no envió a su Hijo al mundo para condenarlo , sino para que el mundo sea salvo por él”. “Esto significa que el juicio comienza ya en nuestra existencia. Es un juicio que se pronuncia en cada momento de la vida, como reflejo de nuestra fe de la salvación presente y operante en Cristo, o de nuestra falta de fe, con el consiguiente cierre en nosotros mismos... La salvación es abrirse a Jesús. Si somos pecadores el Señor nos perdona, pero tenemos que abrirnos al amor de Jesús que es más grande que todas las cosas; pero abrirse significa arrepentirse”.


El Señor Jesús - ha finalizado el Pontífice- se ha entregado y sigue entregándose a nosotros, para colmarnos de toda la misericordia y la gracia del Padre. Por tanto, de alguna manera podemos ser los jueces de nosotros mismos, condenándonos con nuestras manos a la exclusión de la comunión con Dios y con los demás... No os canséis, por lo tanto , de velar sobre nuestros pensamientos y nuestras actitudes, para saborear ya desde ahora la calidez y la belleza del rostro de Dios , que en la vida eterna contemplaremos en toda su plenitud”.


Posteriormente saludó a los fieles en francés, inglés, alemán, español, portugués, polaco y árabe.


Estas fueron sus palabras en castellano:


Queridos hermanos y hermanas:

La reflexión sobre el juicio final, a pesar de que instintivamente suscita en nosotros un cierto temor, contiene algunos elementos que constituyen un motivo de consuelo y confianza. En primer lugar, la expresión aramea maranathà, ¡Ven, Señor!, ya usada en la liturgia por las primeras comunidades cristianas, nos anima a contemplar el juicio como el momento en el que seremos considerados dignos de revestirnos de gloria y acceder al banquete de bodas con Cristo-Esposo. Un segundo motivo de confianza es la consideración de que no estaremos solos en el juicio, sino que podremos contar con la intercesión y benevolencia de tantos hermanos nuestros, santos, que nos han precedido en el camino de la fe. Y un tercer elemento es la idea de que el juicio comienza ya en la manera como vivimos nuestra existencia. Jesús se nos da continuamente para colmarnos de la misericordia del Padre, y nosotros tenemos la responsabilidad de abrirnos a esa gracia o, en cambio, de cerrarnos y auto excluirnos de la comunión con Dios.

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos venidos de España, como la Fundación ONCE, a los que animo a seguir desarrollando su encomiable labor, así también como a los demás grupos de México, Bolivia, Argentina y otros países latinoamericanos. Que en este tiempo de Adviento crezca en nosotros el deseo de acoger en nuestra vida de cada día la gracia y la misericordia de Dios, que contemplaremos plenamente en la vida eterna. Que Dios os bendiga”.


La Audiencia General concluyó con el canto del Pater Noster y la Bendición Apostólica impartida por el Santo Padre.