CIUDAD DEL VATICANO
(http://catolicidad.blogspot.com
– Enero 1° de 2014). Al finalizar la Celebración Eucarística en
la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios y de la 47a
Jornada Mundial de la Paz, el Santo Padre FRANCISCO desde la ventana
de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano ha rezado el
Ángelus, con los fieles y peregrinos peresentes en la Plaza de San
Pedro.
Este es el texto íntegro del Ángelus
Papal:
ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO
Plaza de San Pedro
Domingo 1° de Enero de 2014
Al inicio
del nuevo año envío a todos vosotros las felicitaciones de paz y de
todo bien. Mi deseo es el de la Iglesia, ¡es el del cristiano! No
está ligado al sentido un poco mágico y un poco fatalista de un
nuevo ciclo que inicia. Nosotros sabemos que la historia tiene un
centro: Jesucristo, encarnado, muerto y resucitado, que está vivo
entre nosotros; y tiene un fin: el Reino de Dios, Reino de paz, de
justicia, de libertad en el amor; y tiene una fuerza que la mueve
hacia aquel fin: la fuerza es el Espíritu Santo. Todos
nosotros tenemos al Espíritu Santo que hemos recibido en el
Bautismo, y Él nos impulsa a ir hacia adelante en el camino de la
vida cristiana, en el camino de la historia, hacia el Reino de Dios.
Este
Espíritu es el poder del amor que ha fecundado el seno de la Virgen
María; y es el mismo que anima los proyectos y las obras de todos
los artífices de paz. Donde hay un hombre o una mujer constructores
de paz allí mismo está el Espíritu Santo que los ayuda, los
impulsa a construir la paz. Dos caminos que se cruzan hoy: fiesta de
María Santísima Madre de Dios y la Jornada Mundial de la Paz. Hace
ocho días ha resonado el anuncio angélico: “Gloria a Dios y paz a
los hombres”; hoy lo acogemos nuevamente de la Madre de Jesús, que
«conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» (Lc
2, 19), para hacer de él nuestro empeño en el curso del año que se
abre.
El tema de
esta Jornada Mundial de la Paz es «Fraternidad, fundamento y camino
para la paz». Fraternidad: siguiendo las huellas de mis
Predecesores, a partir de Pablo VI, he desarrollado el tema en un
Mensaje, ya difundido y que hoy idealmente entrego a todos. En la
base está la convicción de que somos todos hijos del único Padre
celestial, formamos parte de la misma familia humana y compartimos un
destino común. De aquí deriva para cada uno la responsabilidad de
trabajar a fin de que el mundo se convierta en una comunidad de
hermanos que se respetan, se aceptan en su diversidad y se cuidan los
unos a los otros. También estamos llamados a darnos cuenta de las
violencias y de las injusticias presentes en tantas partes del mundo
y que no pueden dejarnos indiferentes e inmóviles: se necesita el
empeño de todos para construir una sociedad verdaderamente más
justa y solidaria. Ayer recibí una carta de un señor, quizás de
uno de vosotros, que poniéndome en conocimiento de una tragedia
familiar, sucesivamente enlistaba tantas tragedias y guerras hoy en
el mundo. y me preguntaba: ¿Qué cosa sucede en el corazón del
hombre, que le está llevando a hacer todo? Y decía, al fin: “Es
hora de detenerse”. También yo creo que nos hará bien detenernos
en este camino de violencia y buscar la paz. Hermanos y hermanas,
hago mías las palabras de este hombre: ¿Qué sucede en el corazón
del hombre: qué cosa sucede en el corazón del hombre? ¿Que cosa
sucede en el corazón de la humanidad? ¡Es hora detenerse!
Desde
cada rincón de la tierra, hoy los creyentes elevan su oración para
pedir al Señor el don de la paz y la capacidad de llevarla a cada
ambiente. Que en este primer día del año, el Señor nos ayude a
encaminarnos todos con más decisión por los caminos de la justicia
y de la paz. ¿Comenzamos en casa! Justicia y paz en casa, entre
nosotros. Se comienza en casa y después se va adelante, a toda la
humanidad. Pero debemos comenzar en casa. Que el Espíritu Santo obre
en los corazones, disuelva las cerrazones y las durezas y nos conceda
que nos enternezcamos ante la debilidad del Niño Jesús. La paz, en
efecto, requiere la fuerza de la mansedumbre, la fuerza no violenta
de la verdad y del amor.
En
las manos de María, Madre del Redentor, ponemos con confianza filial
nuestras esperanzas. A ella, que extiende su maternidad a todos los
hombres, encomendamos el grito de paz de las poblaciones oprimidas
por la guerra y por la violencia, para que el coraje del diálogo y
de la reconciliación prevalezca sobre las tentaciones de venganza,
de prepotencia, de corrupción. A Ella le pedimos que el Evangelio de
la fraternidad, anunciado y testimoniado por la Iglesia, pueda hablar
a cada conciencia y derrumbe los muros que impiden a los enemigos de
reconocerse hermanos.
Después del Ángelus:
Deseo agradecer al Presidente de la República Italiana por las expresiones de buenos deseos que me dirigió anoche, durante su Mensaje a la Nación. Le envió de corazón, invocando la bendición del Señor sobre el pueblo italiano para que, con la contribución responsable y solidaria de todos se pueda mirar al futuro con confianza y esperanza
Saludo
con gratitud las numerosas iniciativas de oración y de compromiso
con la paz que tienen lugar en todas las partes del mundo con ocasión
de la Jornada Mundial de la Paz. Recuerdo, en particular, la Marcha
nacional, que ha tenido lugar ayer por la noche en Campobasso,
organizado por la CEI , Caritas y Pax Christi. Saludo a los
participantes del evento "Paz en todas las tierras",
promovido en Roma y en muchos países por la Comunidad de San Egidio.
Así como a las familias del Movimiento del Amor Familiar, que han
velado esta noche en la Plaza de San Pedro. ¡Gracias! Gracias! por
esta oración
Envío un saludo cordial a todos los peregrinos presentes, a las familias, a los grupos de jóvenes. Un pensamiento especial para los "Cantores de la Estrella" – Sternsinger –, así como a los niños y jóvenes que en Alemania y Austria llevan a los hogares la bendición de Jesús y recogen las ofrendas para los niños que carecen de lo necesario. ¡Gracias por vuestro compromiso! Y saludo a los amigos y voluntarios de la Fraterna Domus
A todos deseo un año de paz en la gracia del Señor y con la protección materna de María, que hoy invocamos con el título de “Madre de Dios”. ¿Qué les parece si todos juntos la saludamos, ahora, diciendo tres veces: “Santa Madre de Dios”? Todos juntos: ¡Santa Madre de Dios, Santa Madre de Dios, Santa Madre de Dios! ¡Buen inicio del año, buen almuerzo y adiós!.
(Traducción del original italiano http://catolicidad.blogspot.com)