lunes, 6 de enero de 2014

FRANCISCO: Ángelus en la Solemnidad de la Epifanía del Señor (Enero 6 de 2014)


CIUDAD DEL VATICANO (http://catolicidad.blogspot.com – Enero 6 de 2014). Al finalizar la Santa Misa celebrada en la Basílica Vaticana en ocasión de la Solemnidad de la Epifanía del Señor, el Santo Padre FRANCISCO desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano ha rezado el Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.


Este es el texto íntegro del Ángelus Papal:


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!


Hoy celebramos la Epifanía, que es la “manifestación” del Señor. Esta solemnidad está vinculada al pasaje bíblico de la llegada de los Reyes Magos del Oriente a Belén para rendir homenaje al Rey de los Judíos: un episodio que el Papa Benedicto ha comentado magníficamente en su libro sobre la infancia de Jesús. Aquella fue la primera “manifestación” de Cristo a las gentes. Por eso la Epifanía resalta la apertura universal de la salvación traída por Jesús. La Liturgia de este día aclama: «Te adorarán, Señor, todos los pueblos de la tierra». ¡Porque Jesús ha venido para todos nosotros, para todos los pueblos, para todos!.


En efecto, esta fiesta nos hace ver un doble movimiento: de una parte el movimiento de Dios hacia el mundo, hacia la humanidad - toda la historia de la salvación, que culmina en Jesús-; y por otra parte el movimiento de los hombres hacia Dios – pensamos en las religiones, en la búsqueda de la verdad, en el camino de los pueblos hacia la paz, la paz interior, la justicia, la libertad -. Y este doble movimiento es impulsado por una recíproca atracción. De parte de Dios, ¿qué nos atrae? Es el amor por nosotros: somos sus hijos, nos ama, y quiere liberarnos del mal, de las enfermedades, de la muerte, y llevarnos a su casa, a su Reino. «Dios, por pura gracia, nos atrae para unirnos a Sí» (Exhortación apostólica Evangelii Gaudiaum, 112). Y también de nuestra parte muestra que hay un amor, un deseo: el bien siempre nos atrae, la verdad nos atrae, la vida, la felicidad, la belleza, nos atrae… Jesús es el punto de encuentro de esta atracción recíproca, de este doble movimiento. Es Dios y hombre: Jesús, Dios y hombre ¿Pero quién toma la iniciativa? ¡Siempre Dios!. ¡El amor de Dios viene primero que el nuestro! Él siempre toma la iniciativa. Él nos espera, Él nos invita, la iniciativa es siempre suya. Jesús es Dios que se ha hecho hombre, se ha encarnado, ha nacido para nosotros. La nueva estrella que se aparece a los magos era el signo del nacimiento de Cristo. Si ellos no hubieran visto la estrella, aquellos hombres no hubieran partido. La luz nos precede, la verdad nos precede, la belleza nos precede. Dios nos precede: El profeta Isaías decía que Dios es como la flor del almendro ¿Por qué? Porque en esa tierra el almendro es el primero que florece. Y Dios siempre nos precede, siempre el primero que nos busca, Él da el primer paso. Dios nos precede siempre. Su gracia nos precede y esta gracia se aparece en Jesús. Él es la epifanía, Él, Jesucristo, es la manifestación del amor de Dios. Está con nosotros.



La Iglesia está toda dentro de este movimiento de Dios hacia el mundo: su alegría es el Evangelio, es reflejar la luz de Cristo. La Iglesia es el pueblo de aquellos que han experimentado esta atracción y la llevan dentro, en el corazón y en la vida. «Me gustaría – sinceramente - me gustaría decir a aquellos que se sienten lejos de Dios y de la Iglesia - decirlo respetuosamente - decir a aquellos que son temerosos e indiferentes: el Señor te llama también a ti, te llama a ser parte de su pueblo y lo hace con gran respeto y amor» (ibid., 113). El Señor te llama. El Señor te busca. El Señor te espera. El Señor no hace proselitismo, da amor, y este amor te espera, te busca, a ti que en este momento no crees o estás lejos. Es este es el amor de Dios.


Pidamos a Dios, para toda la Iglesia, pidamos la alegría de evangelizar, porque « por Cristo ha sido enviado para revelar y comunicar la caridad de Dios a todos los hombres y pueblos» (Ad gentes, 10). La Virgen María nos ayude a ser discípulos-misioneros, pequeñas estrellas que reflejan su luz. Y recemos para que los corazones se abran y acojan el anuncio, y todos los hombres lleguen «a ser partícipes de la misma promesa por medio del Evangelio» (Ef 3,6).


Después del Ángelus:


Hermanos y hermanas, 
 

Dirijo mis cordiales felicitaciones a los hermanos y hermanas de las Iglesias Orientales que mañana celebrarán la Santa Navidad. Que la paz que Dios ha dado a la humanidad con el nacimiento de Jesús, Verbo encarnado, refuerce en todos la fe, la esperanza y la caridad, y conforte a las comunidades cristianas, a las Iglesias que están en la prueba.


La epifanía es la Jornada misionera de los niños, propuesta por la Pontificia Obra de la Santa Infancia. Tantos jóvenes, en las parroquias, son protagonistas de gestos de solidaridad hacia sus coetáneos, y así alargan los horizontes de su fraternidad. Queridos niños y jóvenes, con vuestra oración y vuestro empeño colaboran en la misión de la Iglesia. ¡Les agradezco por esto y los bendigo!


Saludo a todos los aquí presentes: familias, grupos parroquiales y asociaciones. En particular saludo a los jóvenes del “Movimiento Entre Nosotros” y aquellos del Oratorio San Víctor de Verbania; a los scout de Minori y de Castelforte; al coro de San Antonio de Lamezia Terme; al coro de Gozzo “Laudate Pueri”, que ha animado junto a la Capilla Sixtina, los cantos de la liturgia de hoy; la escuela católica “Giacomo Sichirollo” de Rovigo; y a los participantes en el cortejo histórico - folklórico, que este año está animado por las familias de la ciudad de Leonessa y de otras localidades de la provincia de Rieti. A todos les deseos una buena fiesta de la Epifanía y buen almuerzo. ¡Adiós!


(Traducción de su original italiano: http://catolicidad.blogspot.com)